sábado, 16 de marzo de 2024 in

¡Nanay de la China!

 

 

 

¡Nanay de la China!


 

Busca un lugar de paz,

junto al azul que retorna:

azul de viento y de sal.

El aire que te atormenta

no es aire tuyo o mío.

Que es viento nuestro.

 Mi afición, en los días de asueto, que felizmente son todos. es acercarme a la costa, donde hay puerto, para observar el trajín de los barcos, arrimarme a los marinos apiñados en las tabernas, tomar unos pescaditos, recién pescados, escuchar y deleitarme y entrar en conversación, si me dejan, en aquel ambiente centelleante que es un muestrario de buscavidas, tahúres, gentes de existencia desvencijada, pescadores, algún tullido al que un marrajo le llevó la mano al fondo del abismo, sablistas, mercaderes ambulantes y otros fenotipos de dique seco. Ver pasar los barcos, barcos que se pierden y se agigantan por igual en la lejanía de estos horizontes y en mi mente.


Y así en una mañana de la primera mitad del mes de marzo me he acercado hasta Puntas de Calnegre donde el primer sopapo soplante que sentí fue el de una corriente garduña con breves rachas fatales y, en esta costa de la pedanía lorquina, escuché como el viento provocaba un grilleo de jarcias nerviosas y como en  uno de los pantalanes, con altiva sobriedad, amarrado a los norayes, asomaba un velero rotundo y elegante.

 El mar estaba erizado y, a pesar de eso, en él no había nada más que silencio. Y un lugareño, más agricultor que marino, me dijo que: “aquí hay que estar atento a todo: al sol, al viento, a las nubes, a las previsiones meteorológicas y al crecer de la rambla”. Observé, soy de tierra adentro, que consideran al mar como un enemigo y también como enemigo. Saben que está ahí y esa conciencia les tiene vigilantes y despiertos. 

Disfrutador de la calma de las aguas del Mar Menor creía que el mar siempre es amable, pero aquí mismo escucho que eso es lo que dicen quienes no lo conocen. "El Mediterráneo es un mar bravo, imprevisible, traicionero, de cambios drásticos y rápidos... Aunque el mar en sí no es malo, el viento es el que lo encanalla”. Entro en conversación con un tipo callado, observador, con templanza de la que hace oficio y norma.Un sujeto fascinado, sin desgaste posible con el mar, me suelta de repente: "El Mediterráneo es mi patria”. Todo esto, sentados en “El ventorrillo del Sombrerico”, me lo narra mientras disfrutamos delante de un plato donde hay longaniza murciana y otras chacinas del lugar, una copa de Rioja blanco, dos cervezas, unas almendras fritas, un poco de mojama, unas huevas de mújol y unos picos. 

 Y cayendo la tarde tomamos dirección a Cabo Cope con la intención de, pasando por Ramonete, tomar la RM- 332 y dirigirnos a la AP-7 dirección a nuestra casa.

 Fue en Ramonete, pedanía costera de Lorca, donde he visto por primera vez un naranjo de la China, colmadito de naranjas. Me he detenido ante él, lo le fotografiado y me he dado cuenta de aquello, - “¡Nanay de la China!”, que mi madre, ¡ay mi madre!, exclamaba, como imposible de alcanzar,- existe y no es pura ficción. Son simplemente ¡Naranjas de la China! Difíciles de alcanzar, pero ahí están. Y yo, entre tanto, recordando a García Lorca entre azahares:


 “Naranja y limón.

¡Ay de la niña

del mal amor!

Limón y naranja.

¡Ay de la niña,

de la niña blanca!

 Limón.

 (Cómo brillaba

el sol.)

Naranja.

 (En las chinas

del agua.)”

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©.

Leave a Reply

Con la tecnología de Blogger.

Seguidores