Horcajo florido
Hoy, sábado previo al domingo de Ramos, me he despertado con el trinar de los pájaros y he comprobado cómo el primer vencejo se ha adelantado, impaciente y novelero, en cuantito ha visto niños correteando por la baranda del pórtico de la casa, y por el mensaje de ese hermoso peral que ya quiere estar en flor. Me he desperezado reflexionando y contemplando como toda esta belleza es la que refleja la magia de las estrellas sublimes y de los curiosos planetas que reinarán en esta Semana Santa tan baja, tan baja, tan baja, que el inminente Domingo de Ramos todavía tiene el desperezo del invierno. Oigan, ¿a que el incienso va a oler a espliego, romero y también a azahar?
Tengo delante de mí el programa estrellero, que no es otro que el Almanaque Zaragozano de toda la vida. El de don Mariano Castillo y Ocsiero, que viene retratado en su portada de color naranja del Museo con una indumentaria como de capataz antiguo del grabado de un Santo Entierro Grande y sepia. Hoy sé, por este Almanaque Zaragozano el prodigio que esta primavera, recién estrenada, está obrando en mi peral.
Horcajo florido
Horcajo de mi casa florecido,
peral en primavera, fruto vivo,
de vejez y de savia estas ungido
siempre eres y serás muy bien querido.
Leñoso, silencioso y aún vivo
tu tronco seco del invierno
hoy se embellece,
él sigue tan curvado
en tanto que sus ramas continúan
poblándose de blancas flores
y pájaros cantores.
Eres de esta casa
portal
y de tus yemas
peral,
con arrugas
centenarias,
de entraña tan ancestral
que siempre la has
adornado
y nosotros hemos
sentido,
el árbol que nos
ha arropado.
¡Oh peral, todos
te admiran!
Esos hombres, los antiguos,
ancestrales y
remotos
por los veranos curtidos,
al mirarte se
estremecen
ante esas flores
que se abren,
te disfrutan y se
enternecen.
Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©.
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