Poemas que no narré en su momento: Botijo y siega II
Gráficos "El Setiet"
Poemas que no narré en su momento:
Botijo y siega II
Era tiempo de siega, tiempo de trilla. Eran tiempos de mucho encanto y poesía que la máquina nos los arrebató o arrinconó. Era digno de verse en aquellos días ardientes, en los que la mies chascaba fácilmente. Era todo un espectáculo, el espectáculo de las cuadrillas, saliendo a la amanecida, segando a destajo, con su sombreros de paja, con sus hoces de filo liso, sus zoquetas, sus “zagones” y manguitos, el atador y el garrotillo, sus hacinas, los acarreos, el tender y pisar la parva, y las yuntas de machos, de caballos o de burros, que de todo había, arrastrando el trillo y dando vueltas y vueltas sin parar hasta que el grano se desprendía de las espigas y las cañas quedaban trituradas. Y el balago, la pala y los horquillos y el aventar, los rastros y las cribas, granzas y granzones, las fanegas y costales.
Eran tiempos de alegre bullicio extendiéndose por todas partes y llenando el aire. Era todo un armónico ajetreo, impregnado de blancas nubes de tamo, la simultánea danza de los trillos, el difícil equilibrio de los que los conducían, el variado vocerío arreando a las yuntas y hasta el chasquido de los látigos formaban parte de una pintoresca fiesta, que bien podría llamarse “la fiesta del verano”, un espectáculo asombroso e inolvidable, de una especial plasticidad y belleza.
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De sol a sol habrá que echar el día en el tajo. Y el botijo: “Cuánto se podría decir /del botijo y sus virtudes, /si al labrador se pregunta…/ lo pondría por las nubes. /En las labores del campo/ imprescindible se hacía/ sobre todo cuando el sol/apretaba al mediodía.”
Y la boteja, la bota, el cántaro y el garrafón de vino junto a las alforjas con la fiambrera junto a los fajos amontonados en fascales reposando a su sombra, si es que la había, y si no bajo ese espino junto al ribazo. Todo un rito del que solo queda un monótono chirrido, el de las chicharras y el de los goznes de los carros que acompañaban en la vuelta a casa mezclados con el cansancio en el rumor de la noche.
Botijo y siega
“Como sois la bondad suma
con un honor que me abruma
mi botijo habéis premiado,
y hoy por sus poros rezuma
gratitud al verse honrado…/
Que, aun siendo barro el cacharro,
siendo vuestro el galardón,
se convierte en oro el barro.” (José Rodao)
El barro te hizo barro y recipiente,
fresquera de agua libre,
amigo del fascal
y de su sombra.
La arcilla te hizo aljibe de repente,
alcarraza, compinche de sudores
en horas asoladas,
aliviando mi sed con tu cascada
al donarme tu agua
fría, cristalina y deseada.
Quizás, tu entraña ahora
se convierte de arcilla en agua humana,
casi en bebida milagrosa
lograda con paciencia y esperanza.
Te añoro, ¡oh botijo!, con devoción
aliviando en las tardes del verano
la sed del campesino balandrón
tras empuñar el asidor de la guadaña
y el regatón a tenazón.
“Como sois la bondad suma
Con un honor que me abruma
Mi botijo habéis premiado,
Y hoy por sus poros rezuma
Gratitud al verse honrado…/
Que, aun siendo barro el cacharro,
siendo vuestro el galardón,
se convierte en oro el barro.” (José Rodao)
PRJP. N.º 88 Recordando. Y en homenaje a los segadores.
Texto y fotografías La Medusa Paca. Gráficos "El Setiet". Copyright ©
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