Poemas que no narré en su momento: Fuente Nueva (I)
Poemas que no narré en su momento:
escenarios sonoros o silenciosos de mi pueblo
Fuente Nueva (I)
Con la serie que hoy comienzo, Poemas que no narré en su momento, deseo tomar conciencia de que, a cierta edad, lo que queda por vivir es mi único patrimonio y que Baudelaire nos describió en esos versos que son sus experiencias de ese opio que él fumaba:
"El opio agranda lo que no tiene límites,
prolonga lo ilimitado,
profundiza el tiempo, socava la voluptuosidad,
y de placeres negros y melancólicos
colma el alma más allá de su capacidad".
Habla de los efectos, del colocón, que hoy me sirven para poder definir esos escenarios sonoros o silenciosos de los rincones de mi terruño donde la nostalgia es el dolor de haber perdido alguna cosa en particular y que constituyeron un mundo hermosísimo que ya no existe, o sí.
Sé que Dios inventó el tiempo, pero yo decido qué hacer con las horas, estancias, objetos que hoy salen a la luz y se muestran a través de rincones llenos de vida. Son objetos, que, en su tiempo, sirvieron para algo y hasta llegaron a instalarse en algún árido paisaje que, en alguna ocasión hirió o curó al que camina.
Yo voy solo. Y, en esta primera entrega, me detengo donde el camino me hunde y, a veces, me enardece. Hoy el escenario es silencioso, así que lo mejor es que el bolígrafo hable sobre el cuaderno. A lo lejos ladran los perros, por todas partes ladran perros, como en el cuento de Rulfo:
“Tengo sed.
—¡Aguántate! Ya debemos estar
cerca. Lo que pasa es que ya es muy noche y han de haber apagado la luz en el
pueblo. Pero al menos debías de oír si ladran los perros. Haz por oír.
—Dame agua.
—Aquí no hay agua. No hay más
que piedras. Aguántate. Y aunque la hubiera, no te bajaría a tomar agua. Nadie
me ayudaría a subirte otra vez y yo solo no puedo.
—Tengo mucha sed y mucho
sueño.” (Juan Rulfo; No oyes ladrar a los perros)
A veces, y muy cercano, distingo el grave campaneo de algún cencerro ovino y el quiquiriquí de algún chulesco gallo de corral en alguna “arrañe” no muy lejana. Pero lo que más, los perros. El terreno se me hace crespo, trágico y febril. Umbrío y legendario. El cielo es color panza de burro en esta tarde de la primera semana de octubre. Se me cruzan animales en el camino que me parecen gigantes pequeños. Siempre he tenido la sensación de que en los lugares apartados todo siempre es más grande y en éste de la Fuente Nueva más. Vale.
Fuente Nueva
Eres aprendiz de río
cuando sólo eres barranco,
tan sólo fuiste un regato,
medioseco en el invierno,
completamente seco
en verano.
Con un hilillo de agua
te amamantaste, ¡oh fuente!,
eres fresca, eres delgada,
es manantial,
fuiste fuente.
PRJP. N.º 83. En Santiago de la Ribera en el comienzo de otoño de 2020
Grávalos, en su localización sur, visto desde el TapiadoTexto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©
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