martes, 21 de abril de 2020 in

Nuestra Señora del Humilladero no procesionará este año





Nuestra Señora del Humilladero no procesionará este año

¿Quién nos lo iba a decir? ¿Alguien recuerda si esto alguna vez sucedió? ¿Cuál es la antigüedad de esta cofradía, setenta, noventa años? No más. ¿A alguien le pasó por la cabeza que un virus iba a impedirnos no procesionar junto a Nuestra Señora? ¿Cuántas apuestas hubiésemos perdido, de habernos apostado algo por no salir con chaqueta y corbata, bien vestidos, decentemente vestidos, para trabar orgullosos, encima de nuestros hombros al Humilladero querida, como cada veintiuno de abril? 

Ahí estamos quietos, sin arrancar. Ahí estás tú, sin pisar el poyete de tu casa ni para hacer el intento de salir a la calle. Ahí está usted, que lleva algo más de cuatro semanas con la misma ropa —aunque se duche todos los días—, pantalón de andar por casa, camiseta deportiva y calzado cómodo, si no babuchas. Ahí está usted, sin ir a un restaurante, como hacía, y conformándose con los guisos de toda la vida. Han bastado casi dos meses para que nos convirtamos todos —o casi todos, que siempre hay excepciones— en socráticos, en el más austero sentido de la palabra. 

Es por todo ello que, aunque la conozcan, yo les traiga aquí esta anécdota filosófica y esta SANGRE DE AMAPOLAS. Voy a mis apuntes filosóficos, la busco, copio y aquí la tienen: “Paseaba Sócrates junto a uno de sus discípulos por un mercado de Atenas, contemplaba y disfrutaba del gran despliegue de joyas, telas, perfumes, cerámicas y otros objetos de todos los tipos que se exponían en los diferentes puestos. Se detuvo un momento y comentó a su discípulo. “Ciertamente, no sabía que existieran tantas cosas que no necesito para nada”. Ahí somos socráticos. O vamos camino de serlos. Nos sobra todo el ropero. Me respondo diciendo que ese plan de no ser esclavo de lujos ni de ropa lo aprendí hace mucho tiempo, aquí en estas queridas tierras murcianas cuando era niño, casi adolescente, al ver cómo vivían dos personas que más tarde fueron mis amigos. Ellos fueron la referencia más cercana que tengo de la felicidad. Son mis primeros socráticos.

¿Pero de verdad mañana, veintidos de abril, seremos plenamente felices? Yo sí. Socrático y feliz después de versear y recitar estas mis estrofas- SANGRE DE AMAPOLAS- en honor del Humilladero. Mañana, en su día, no procesionará, aunque confinados la llevamos en nuestro corazón:


Sangre de las amapolas

Fuente Sorda donde mecen
con sangre las amapolas
para que las flores recen
oraciones, mientras crecen
los vivas, las acerolas.

¡Tú, Humilladero bendita!

Eres gemido del viento,
de la Antigua, zalamera,
un dolor de monumento,
eres el trance más lento
que jamás la sangre hirviera.

¡Tú, Humilladero bendita!

Deja paso, por favor,
que estoy en un sinvivir
y ya los rayos del Sol
alumbran la cicatriz
del que en un corral nació
porque lo quiso parir
una Virgen, Virgen de Dios,
en un humilde tapiz.

¡Tú, Humilladero bendita!

Aun no estando yo allí,
siempre en la distancia te vi  
como veo en sueños las estrellas,
y cuando me acerco a Ti,
lo hago sin despertarte,
para con la mía fe orarte.

Y tú Humilladero bendita
sigues ahí, adormecida
en ese tu sueño elegido,
sabedora de que tu espera
tiene a bien reconfortarte,
sabedora de que el mundo
debe perpetuamente esperarte,
con tu amor siempre rotundo.

Tú, Humilladero bendita,
a lo tuyo:
diciéndole al tiempo
cuál es el ritmo del tiempo,
que ya en Ti hay un momento
que es otro tiempo:
tu tiempo.

Fuente Sorda donde mecen
con sangre las amapolas
para que las flores recen
oraciones mientras crecen
los vivas, las acerolas.

PRJP. Nº 18. En Santiago de la Ribera, en un día del Humilladero sin procesión y sin fiesta.

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

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