Nuestra Señora del Humilladero no procesionará este año
Nuestra Señora del Humilladero no procesionará este año
¿Quién nos lo iba a decir? ¿Alguien
recuerda si esto alguna vez sucedió? ¿Cuál es la antigüedad de esta cofradía,
setenta, noventa años? No más. ¿A alguien le pasó por la cabeza que un virus
iba a impedirnos no procesionar junto a Nuestra Señora? ¿Cuántas apuestas
hubiésemos perdido, de habernos apostado algo por no salir con chaqueta y
corbata, bien vestidos, decentemente vestidos, para trabar orgullosos, encima
de nuestros hombros al Humilladero querida, como cada veintiuno de abril?
Ahí estamos quietos, sin arrancar. Ahí
estás tú, sin pisar el poyete de tu casa ni para hacer el intento de salir a la
calle. Ahí está usted, que lleva algo más de cuatro semanas con la misma ropa —aunque se
duche todos los días—, pantalón de andar por casa, camiseta deportiva y calzado
cómodo, si no babuchas. Ahí está usted, sin ir a un restaurante, como hacía, y
conformándose con los guisos de toda la vida. Han bastado casi dos meses para
que nos convirtamos todos —o casi todos, que siempre hay excepciones— en
socráticos, en el más austero sentido de la palabra.
Es por todo ello que, aunque la conozcan,
yo les traiga aquí esta anécdota filosófica y esta SANGRE DE AMAPOLAS. Voy a mis apuntes filosóficos, la busco,
copio y aquí la tienen: “Paseaba Sócrates junto a uno de sus discípulos por un
mercado de Atenas, contemplaba y disfrutaba del gran despliegue de joyas,
telas, perfumes, cerámicas y otros objetos de todos los tipos que se exponían
en los diferentes puestos. Se detuvo un momento y comentó a su discípulo. “Ciertamente,
no sabía que existieran tantas cosas que no necesito para nada”. Ahí somos
socráticos. O vamos camino de serlos. Nos sobra todo el ropero. Me respondo
diciendo que ese plan de no ser esclavo de lujos ni de ropa lo aprendí hace
mucho tiempo, aquí en estas queridas tierras murcianas cuando era niño, casi adolescente, al ver cómo vivían dos personas que más tarde
fueron mis amigos. Ellos fueron la referencia más cercana que tengo de la
felicidad. Son mis primeros socráticos.
¿Pero de verdad mañana, veintidos de abril, seremos plenamente felices? Yo sí. Socrático y feliz después de versear y recitar
estas mis estrofas- SANGRE DE AMAPOLAS- en honor del Humilladero. Mañana, en su día, no procesionará,
aunque confinados la llevamos en nuestro corazón:
Sangre
de las amapolas
Fuente
Sorda donde mecen
con
sangre las amapolas
para
que las flores recen
oraciones,
mientras crecen
los
vivas, las acerolas.
¡Tú,
Humilladero bendita!
Eres
gemido del viento,
de
la Antigua, zalamera,
un
dolor de monumento,
eres
el trance más lento
que
jamás la sangre hirviera.
¡Tú,
Humilladero bendita!
Deja
paso, por favor,
que
estoy en un sinvivir
y
ya los rayos del Sol
alumbran
la cicatriz
del
que en un corral nació
porque
lo quiso parir
una
Virgen, Virgen de Dios,
en
un humilde tapiz.
¡Tú,
Humilladero bendita!
Aun
no estando yo allí,
siempre
en la distancia te vi
como veo en sueños las estrellas,
y
cuando me acerco a Ti,
lo
hago sin despertarte,
para
con la mía fe orarte.
Y
tú Humilladero bendita
sigues
ahí, adormecida
en
ese tu sueño elegido,
sabedora
de que tu espera
tiene
a bien reconfortarte,
sabedora
de que el mundo
debe
perpetuamente esperarte,
con
tu amor siempre rotundo.
Tú,
Humilladero bendita,
a
lo tuyo:
diciéndole
al tiempo
cuál
es el ritmo del tiempo,
que
ya en Ti hay un momento
que
es otro tiempo:
tu
tiempo.
Fuente
Sorda donde mecen
con
sangre las amapolas
para
que las flores recen
oraciones
mientras crecen
los
vivas, las acerolas.
PRJP. Nº 18. En
Santiago de la Ribera, en un día del Humilladero sin procesión y sin fiesta.
Texto y fotografías La
Medusa Paca. Copyright ©
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