jueves, 9 de abril de 2020 in

En mi pueblo nunca hubo cigüeñas, hoy tampoco





En mi pueblo nunca hubo cigüeñas, hoy tampoco

“Uno mira hacia atrás y se despuebla
el corazón de niños y de sueños.
Esta es la senda que anduvimos; esta
la luminosa acequia, más no el agua
que apaleamos haciéndola chasquido
y salpicada espuma a nuestro pase.” (Francisco Sánchez Bautista; Del tiempo y la memoria)


Y...hubo una vez que, visitando el pueblo de Valdeperillo o Aldehuela o Aldihuela, aldea de Cornago, que de esas maneras lo llaman, nos tropezamos con unos paseantes, ya mayores, que nos preguntaron que de dónde éramos y que cómo era nuestro pueblo: Grávalos

-Pues un pueblo- les contestamos.

Un pueblo que estaba y está lleno de cosas y tenía y tiene torre e iglesia, campanas y campanario, sin cigüeña. Nuestro pueblo nunca tuvo cigüeñas, pero sí plaza con quiosco y, en el centro, una acacia fenecida y ya restituida. Calles más bien estrechas y empinadas, pero limpias y atildadas; casa-fonda y casa-posada, casa de canónigo y un balneario, de los de descanso y cura. Les contaré que hubo unos años en los que todos ellos me parecieron palacios, las casas y los nagüelas; los corrales, los cobertizos, los establos, los zaguanes, los portales, las puertas, los portones, las portadas, las puertas traseras, los portillos, las portezuelas, los canceles, los escudos, escasos, pero existentes y las ventanas y claraboyas, los miradores, las celosías, los balcones, los ojos de buey y hasta las gateras; las verjas, las rejas y las vallas, los aleros, las bardas, las teinadas y chimeneas; los salientes, los colgadizos., los huertos, las huertas, la Fuentezuela, el Tapiado, las fuentes, aunque sin agua, pero fuentes: las Oranillas, el Estrechuelo, Maquiz y Fonsorda, la manzanera, los arrabales, las callejas y las cijas; las ovejas, los perros, los asnos, las mulas, los mulos, los caballos y alguna yegüita; las vacas, las terneras y terneros, los corderos, las cabras y sus cabritillos; las gallinas, los gallos, los pollitos y los conejos; las palomas, las torcaces, los dormideros, los mochuelos, los aguiluchos, y los buitres volando sobre la carnaza arrojada en los barrancos de La Hoya Miguel; las alondras y cogujadas, los tordos, las perdices, las codornices, las garzas, las avutardas, las calandrias, malvices y los mirlos ; las golondrinas, los vencejos  y los gamusinos, ay los gamusinos (…) Y así, mi queridos preguntantes, podría seguir citando hasta cientos de cosas: edificios, montes, gentilicios, apodos y has nombrar a todas las fiestas de guardar y cofradías que hay en mi pueblo, pequeño sí, pero, para mí, muy grande. Vale.

- ¿Y cómo se llama tu pueblo?

-Te dije que Grávalos.

- ¿Y cómo va a haber tantas cosas en tu pueblo, si es más pequeño que Cornago?

Y tuve que responderles:

-No sé.
“Los días eran lentos en la estación del fruto,
y yo, inquieto, pulsaba el tiempo a cada instante,
y me sentía dentro del rumor de la vida
mientras cantaban pájaros al fondo de la tarde.”

(Francisco Sánchez Bautista; pájaro del tiempo)

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

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