En mi pueblo nunca hubo cigüeñas, hoy tampoco
En mi pueblo nunca hubo cigüeñas, hoy tampoco
“Uno mira hacia atrás y se despuebla
el corazón de niños y de sueños.
Esta es la senda que anduvimos; esta
la luminosa acequia, más no el agua
que apaleamos haciéndola chasquido
y salpicada espuma a nuestro pase.” (Francisco Sánchez
Bautista; Del tiempo y la memoria)
Y...hubo una
vez que, visitando el pueblo de Valdeperillo o Aldehuela o Aldihuela, aldea de
Cornago, que de esas maneras lo llaman, nos tropezamos con unos paseantes, ya
mayores, que nos preguntaron que de dónde éramos y que cómo era nuestro pueblo:
Grávalos
-Pues un
pueblo- les contestamos.
Un pueblo que
estaba y está lleno de cosas y tenía y tiene torre e iglesia, campanas y campanario, sin
cigüeña. Nuestro pueblo nunca tuvo cigüeñas, pero sí plaza con quiosco y, en el
centro, una acacia fenecida y ya restituida. Calles más bien estrechas y empinadas, pero limpias y atildadas; casa-fonda
y casa-posada, casa de canónigo y un balneario, de los de descanso y cura. Les
contaré que hubo unos años en los que todos ellos me parecieron palacios, las
casas y los nagüelas; los corrales, los cobertizos, los establos, los zaguanes,
los portales, las puertas, los portones, las portadas, las puertas traseras,
los portillos, las portezuelas, los canceles, los escudos, escasos, pero
existentes y las ventanas y claraboyas, los miradores, las
celosías, los balcones, los ojos de buey y hasta las gateras; las verjas, las rejas y las vallas,
los aleros, las bardas, las teinadas y chimeneas; los salientes, los colgadizos.,
los huertos, las huertas, la Fuentezuela, el Tapiado, las fuentes, aunque sin
agua, pero fuentes: las Oranillas, el Estrechuelo, Maquiz y Fonsorda, la manzanera,
los arrabales, las callejas y las cijas; las ovejas, los perros, los asnos, las
mulas, los mulos, los caballos y alguna yegüita; las vacas, las terneras y
terneros, los corderos, las cabras y sus cabritillos; las gallinas, los gallos,
los pollitos y los conejos; las palomas, las torcaces, los dormideros, los
mochuelos, los aguiluchos, y los buitres volando sobre la carnaza arrojada en los barrancos de La Hoya Miguel; las alondras y cogujadas, los tordos, las perdices,
las codornices, las garzas, las avutardas, las calandrias, malvices y los
mirlos ; las golondrinas, los vencejos y
los gamusinos, ay los gamusinos (…) Y así, mi queridos preguntantes, podría
seguir citando hasta cientos de cosas: edificios, montes, gentilicios, apodos y has nombrar a todas las fiestas de guardar y cofradías que hay en mi pueblo,
pequeño sí, pero, para mí, muy grande. Vale.
- ¿Y cómo se
llama tu pueblo?
-Te dije que
Grávalos.
- ¿Y cómo
va a haber tantas cosas en tu pueblo, si es más pequeño que Cornago?
Y tuve que
responderles:
-No sé.
“Los días eran lentos en la estación del fruto,
y yo, inquieto, pulsaba el tiempo a cada instante,
y me sentía dentro del rumor de la vida
mientras cantaban pájaros al fondo de la tarde.”
(Francisco Sánchez Bautista; pájaro del tiempo)
Texto y fotografías La Medusa Paca.
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