sábado, 8 de junio de 2019 in

Nana en junio y II






Hace unos días, al ordenar unos archivos, me encontré con dos Nanas, escritas en junio de 1979 al nacimiento de mi hijo Roberto, y al releerlas para acarrearlas hasta este blog me he acordado de que no son poemas pasados de moda, todo lo contrario. Tienen plena actualidad, la que me conduce hasta aquellos versos de Cernuda: “¿Volver? Vuelva el que tenga, / tras largos años, tras un largo viaje, / cansancio del camino y la codicia / de su tierra, su casa, sus amigos, / del amor que al regreso fiel le espere”. Yo no espero tanto.

También os digo que, al releerlas, me he convencido de que el paraíso de la infancia no es recuperable, salvo en los cristales rotos de la memoria, que no es poco. Así que seguiré manejando estos cristales de la memoria, aunque sólo sea para recuperar aquel paraíso y compartirlo con los que tuvieron la suerte de habitarlo, como yo, y con los que son aún capaces de soñar. Quiero decir que no me rindo. Volveré a reencontrarme con otros poemas y escritos y seguiré desde aquí, como en el ayer, cantando al que quiera seguirme el paso de las estaciones entre el Mar Menor y Villamediana de Iregua, lugares de aguas distintas, la eterna sucesión de la vida. Vale

Roberto, felicidades hijo, y larga, larga vida.

Nana en junio y II

A la rueda rueda
de mis amores,
duérmete, niño mío
y no me llores.

Un ratoncito alado
guardo a mi niño,
un tambor de canela
y un pajarito.

Un ángel de peluche
guarda su cuna
mientras canta una nana
la niña luna.

Duérmete niño mío,
coge mi mano
mientras besa tu frente
un ángel blanco.

A la rueda rueda
de mis amores,
duérmete, niño mío
y no me llores.

PRJP. N.º 6º. Finales de junio de 1979.


Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

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