lunes, 22 de octubre de 2018 in

Vernáculos







“Si me niegas mi pan,
me echaré al monte:
Donde el tomillo aromas 
de libertad responde.

Me echaré al monte,
sí a mis pasos negares
su hondura de hombre.
Y si me esconde
la luz de la mañana
para escribir mi nombre”. (Antonio López Baeza: Luz en el tiempo; Rebeldía)

Vernáculos

Siempre me enseñaron, y aprendí, que los nombres de andar por casa, debemos llamarlos vernáculos. Salen de las profundidades de nuestra alma doméstica, más que de la ilustrada, de manera espontánea. A veces, vuelan como pájaros por el tiempo. Hay vernáculos todavía vigentes, aunque hayan pasado cuatro mil años, como el del tableteo mesopotámico, cuando debemos decir crotoreo, referido a las cigüeñas. Ese abismo que percibimos entre el resto de las especies y nosotros está unido, como por un puente de cuerda, por estas palabras.

Vuelvo a casa. Siento, ya entre mis pies, el sonido de la hojarasca, sombra de los árboles cuando ya no son nada, las naranjas caídas. Esa suerte de salvaje felicidad, como de fiesta, que encuentro en el jardín cuando regreso. Me deja mudo el silencio, el olor de la tierra, las lumbraradas en los hogares campesinos, también en el mío, y el tostado paisaje donde guardé en el aire tantos nombres: bisbita, tarabilla, andarríos, gallo, besugo, cazón.


¿Y qué me dicen, lo aprendí en estas tierras murcianas desde las que escribo, de la maresía; ese olor a mar y del petricor ese olor a lluvia en tierra? La maresía está hecha de agua y de sales marinas, y flota como una calima, posándose también sobre las cosas hasta dejarlas herrumbrosas, rojas como esa estrella de mar posada en Las Encañizadas. A la maresía, por el entremares, se le echa la culpa de casi todo lo que se estropea en la costa, ya sea el barco, el coche, la lavadora o la cerradura de la casa, como si tampoco viviendo a la orilla del mar la felicidad pudiera ser completa. También al olor de las algas sobre la arena, se le llama maresía. Es más que un olor, un misterio, a la manera en la que Einstein lo definía: “El misterio es lo más hermoso que nos es dado sentir” porque la maresía, ese embrujo de vernáculo, tiene algo que me recuerda de dónde venimos, y adónde vamos: a oler el mar, y más ahora, en otoño. Vale.

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

Leave a Reply

Con la tecnología de Blogger.

Seguidores