Las ultimas nieves y las primeras fresas
Las ultimas nieves y las primeras fresas
Unos de estos últimos días de invierno, aun estando en primavera, me
encontré estos versos. Aún pueden servirme/nos, al principio de esta primavera:
NOCHE Y NIEVE
Me asomé a la ventana
y en lugar de jardín,
hallé la noche enteramente constelada de nieve.
La nieve hace tangible el silencio.
Es el desplome de la luz y se apaga.
La nieve no quiere decir nada:
Es sólo una pregunta que deja caer millones de signos
de interrogación sobre el mundo. (José Emilio Pacheco, «Noche y nieve», en Islas a la
deriva).
Salí al mercadillo y allí estaban, eran las fresas, eran las primeras fresas del año, fresas frescas, rojas fresas, campos de fresas, sangre de tierra, y aquellos días volvió a nevar.
Las compré, las traje a casa, las aderecé bajo la nieve y las comí. Eran
fresas sin nata, pero bajo la nieve.
Cerré los ojos y me imaginé una miríada de estrellas girando como
estorninos arracimadas en un cielo azul remoto, y un hombre que las miraba.
Este jueves, jueves de Pascua, al atardecer, mi casona está en silencio. Hoy
jueves, jueves de Pascua, acabo de oír algo como un tañido levísimo de campana
dentro del aposento. No he conseguido averiguar de dónde venía. Lo encontré por fin
en la cocina. Alguien, en su soledad, estaba desgranando despacio una granada
en un bol de loza. Eso era, cada grano que caía en el bol blanco; ese tañido
puro. En el silencio.
Mas la granada es la sangre,
sangre del cielo sagrado,
sangre de la tierra herida
por la aguja del regato.
Sangre del viento que viene
del rudo monte arañado.
Sangre de la mar tranquila,
sangre del dormido lago.
La granada es la prehistoria
de la sangre que llevamos,
la idea de sangre, encerrada
en glóbulo duro y agrio,
que tiene una vaga forma
de corazón y de cráneo…/
¡Quién fuera como tú, fruta,
todo pasión sobre el campo!
Texto y fotografías La Medusa Paca.
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