Frio en el alma
Hoy más que nunca o tanto como ayer
“Recuerdo bien a mi
madre.
Tenía miedo del viento,
era grande de
estatura,
le asustaban los
truenos,
y las guerras
siempre estaba
temiéndolas
de lejos”. (Ángel González Muñiz;
Primera evocación)
Frio en el alma
Temblaban
tus labios de frío ateridos,
un
frío muy hondo, cierzo en tu alma,
helaba
en tus venas el fuego de vida
con
nieves cuajadas que eran blancas canas…
Y…esas
no pueden derretir con soles
de
nuevos veranos en la vida humana.
¡Venerable
anciana, pobre viejecita
que
sientes el frío de tu ardiente llama…!
¡Qué
nobleza tiene tu cara ya seca,
llena
de dulzuras, resignada y santa…!
Yo,
no sé a qué saben las gratas caricias
que
hacen las abuelas cuando son ancianas…
Yo,
sí sé a qué saben los besos de madre
cuando
nuestras barbas negrean la cara…;
pero
si algo envidio, son esas caricias
que
yo me imagino que a la vida cambian,
ya
que, siendo débiles, son como chiquillas
las
que fueron guisas de nuestras infancias…
Temblaban
tus labios de frío ateridos,
presos
del invierno que había en tu alma.
Los
años cayeron cual copos de nieve
cubriendo
tus sueños con su blanca sabana…
Ya
están sepultadas en frío, quimeras,
angustias
y penas,
que
fueron el todo de tus esperanzas…
marchitando
tus dulces ambiciones
como
la tersura de sus bellas caras…
También
muchas veces, sentiste los hielos
sobre
tus ensueños poner su coraza…
temblando
de frio, al ver que se asoma
el
alma a tu vida…y que ya es anciana.
PD. Y...siempre dijeron: aquí no pasa
nada, y claro que pasó. Pasaron tantas cosas, padecimientos, penas, dolores,
angustias y daños, males y congojas, dolencias, malestares, achaques y amargos
tragos. Y todo lo convertiste en perseverancia, entereza, resistencia,
conformidad, paciencia, aguante, y tu silencio, ¡ay si hubieses hablado!, iluminó el prodigio: “ha pasado
un ángel que se llamaba luz, o fuego, o vida, o FELICIDAD. Y se perdió para
siempre.
PRJP. N.º 01 La Ribera,
Mar Menor, 10 de enero de 2018. Cuando La Rioja presumió de fría nevada.
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