domingo, 8 de octubre de 2023 in

Mi Fulgencio Txantxangorri

 

 

Mi Fulgencio Txantxangorri

“Entonces los cuervos, apretando su gaznate, repiten notas claras

tres o cuatro veces y, a menudo, en sus encaramados nidos,

contentos por no sé qué dulzura desusada, chirrían entre sí por el follaje…” (Virgilio; Geórgicas, libro I, vv 410)

Hoy ante un tapiz vegetal de tonos marrones, verdes, amarillos, rojizos y naranjas que tiñen el parque junto a casa y sus caminos me preocupa mi situación por un pájaro, que no es de mi propiedad, pero como si lo fuera. Tiene nombre y apellido; Fulgencio por murciano y Txantxangorri por vizcaíno Es un petirrojo, un “erithacus rubecula”, y me visita por las mañanas y las tardes sin faltar jamás a la otoñal cita.

Todos los días relleno de migas de pan humedecidas y pipas sin cáscara el comedero de pájaros habilitado en el parque delante de Garnacha. Si acuden palomas, gaviotas, cotorras, mirlos o rabilargos –en ocasiones algún pitorreal. “Pteroglossus torquatus”, los espanto dando palmadas, porque comen con gula, y la gula, como pecado capital, me molesta.

Ahora, que se acerca el tiempo de los fríos, están volviendo los maravillosos camachuelos, carboneros, jilgueros, pinzones, verderones, reyezuelos, herrerillos y chochines. Y varios petirrojos. Pero el Txantxangorri aparece cuando sus colegas se marchan bien comidos y satisfechos. Se acerca confiado a mi sillón en el porche y come de mi mano. Es diferente. Salta, se estabiliza en la palma de mi mano, y se alimenta a su gusto. 

 Es así como yo voy pasando la vida en estos días primerizos del mes de octubre: dando de comer todos los días que se me acerca ese petirrojo elegantísimo, mi murciano Txantxangorri. Vale.

 

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©.

 

Leave a Reply

Con la tecnología de Blogger.

Seguidores