miércoles, 13 de mayo de 2020 in

Las aves ya saben cómo adaptarse




Las aves ya saben cómo adaptarse

“… Tal vez un día remoto
volverán las oscuras golondrinas”.» (Francisca Aguirre)


Hoy, como todos, creo tener la sensación de que, a poco más de un mes de dar sus últimos tartajeos, nos han "sisado la primavera” porque, al haber estado confinado en casa, sin dar un paso delante de la puerta de la casa, he estado perdiéndome el primer agradable contacto con la Naturaleza. De todos modos, no es del todo cierto porque desde mi privilegiado observatorio, un mirador inmenso orientado al Este, desde donde veo cada mañana salir el sol que me marca el horario del cotidiano desayuno, cada día también observo como un par de urracas construyen el nido en la cima del cedro y cómo una bandada de azulones pretende empollar bajo un olivo, allí en la charca del parterre debajo de casa. Asimismo, al salir el sol, veo desplegarse nuevos brotes de olmos, plátanos de sombra y lucir un hermoso vestido de flores a los hibiscos, glicinias y limoneros con sus azahares color blanco-lila. Y se me olvidaba constatar los sentimientos que me proporcionan esos arces negundos, exuberantes y bellísimos que contemplo cuando me toca llevar la basura. ¡Que felicidad!

Todos los días, de igual manera, asisto a una sinfonía, armonía de colores, del maravilloso cuco, de mirlos, palomas torcaces, tórtolas, estorninos, gorriones, colirrojos, urracas y gaviotas con sus gritos. Es más, estoy notando que hay más paso de aves que lo haya habido nunca y no es que yo esté más atento ahora, que lo estoy. Yo nunca he dejado de mirar al horizonte y al cielo. Pasan garzas, cigüeñas, flamencos y todavía alguna que otra despistada grulla. Vamos, que todo este cuadro bien se parece a los versos de San Antonio y los pajaritos. Ellos, como los árboles, no entienden de confinamiento y hacen lo propio, como cada primavera.


“Salgan cigüeñas con orden,
águilas, grullas y garzas,
avutardas, gavilanes,
lechuzas, mochuelos y grajas.
Salgan las urracas,
tórtolas, perdices,
palomas, gorriones
y las codornices.”

Les diré para finalizar y para que procuren alegrar un poco el semblante que, cada tarde me cargo las pilas para poder afrontar la mañana siguiente entre preludios, armonías, acordes y coloridos que no me impiden ignorar esta primavera, donde “tal vez un día remoto volverán las oscuras golondrinas.”  

Ya es hora de que le verderón cante, en la rama florecida. Es demasiada la tristeza por tantas cosas. Se nos apagó el mes de marzo, abril y, también, se va marchando mayo, aunque menos, donde como canta el poeta:

“Por el mes era de mayo
cuando hace la calor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor,
sino yo, triste cuitado,
que vivo en esta prisión”.

Y termino: no es que se nos haya precipitado un otoño de enfermedad, es que sabemos que en la calle está mayo y nosotros lo acompañamos, disfrutamos y vivimos para hacerlo nuestro, pero a medias. Vale.
“Salga el cuco y el milano,
zorzal, patos, y andarríos,
canarios y ruiseñores,
tordos, jilgueros y mirlos.”
“Salgan verderones,
y las cardelinas,
también cogujadas
y las golondrinas.
No entréis en sembrado,
marchad por los montes,
los riscos y prados.”

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

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