INDICIOS DE PRIMAVERALES
INDICIOS PRIMAVERALES
Enrojece ya el día,
como el agua del charco,
cuando las patitas rojas de las grullas,
las garzas, las cigüeñas,
en él se posan un instante. (José Jiménez Lozano)
“Ya no nos acordábamos
de cómo era”. Ha sido la primera frase que mi esposa y yo hemos lanzado al
cielo al salir al primer paseo después de cuarenta y ocho días para andar por
los espacios abiertos desde Garnacha hasta el molino de Quintín, en las orillas
del Mar Menor, comprar el diario cotidiano y volver. La segunda ha ido en la
misma línea: “Qué raro es estar aquí en la calle y a la orilla del Mar Menor”. Llevábamos
casi cincuenta días sin pisarla, porque a nosotros, aquí en la Región de Murcia, nos
obligaron a confinarnos unos días antes de que el Gobierno lo ordenase.
Hemos hecho
un recorrido de una hora y 15 minutos, alejándonos más de setecientos metros de
casa, pero ha sido suficiente para que los dos descargáramos una parte de las
energías acumuladas y para que pudiéramos comprobar que la primavera ha
estallado alrededor de nuestras vidas recluidas. Las flores amarillas que tapizaban
los descampados cuando nos confinamos se han visto reemplazadas por una profusa
mezcla de margaritas, flores moradas y otras amarillas de tonalidad más
intensa. Mis conocimientos de botánica no son suficientes para darles nombre,
pero no he podido resistir la tentación de hacerles una fotografía, para
llevármela de vuelta a casa y mostrarla a quienes no han salido. Ese atisbo de
primavera es también una invitación a la esperanza.
Como no es
una zona muy poblada, en estos días no ocupados por turistas, apenas nos
habremos cruzado con media docena de personas mayores en su suelta y temprana
andadura. Todos cumpliendo las normas salvo uno, un niño que paseaba junto a
los dos progenitores. Poco después de cruzárnoslos nos hemos topado con un
coche de la policía local que iba en su dirección: me pregunto si les habrá
caído amonestación o multa, y me pregunto también qué necesita la gente para
tomarse en serio lo que se le dice. No por sumisión a la autoridad, sino porque
la mayoría de la ciudadanía se fastidia y porque a estas alturas es evidente
que el covid-19 no es una broma. Muere gente, y ayer leí unos informes de
pediatras que recogen síntomas nada desdeñables en niños infectados:
erupciones, dolores abdominales agudos, neumonías. Ha sido solamente uno, pero nos
ha extrañado que haya padres que quieran meter a sus hijos alegremente en el
bombo a ver qué es lo que les depara el sorteo. Vale.
Texto y fotografías La
Medusa Paca. Copyright ©
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