miércoles, 6 de mayo de 2020 in

INDICIOS DE PRIMAVERALES






INDICIOS PRIMAVERALES
Enrojece ya el día,
como el agua del charco,
cuando las patitas rojas de las grullas,
las garzas, las cigüeñas,
en él se posan un instante. (José Jiménez Lozano)

“Ya no nos acordábamos de cómo era”. Ha sido la primera frase que mi esposa y yo hemos lanzado al cielo al salir al primer paseo después de cuarenta y ocho días para andar por los espacios abiertos desde Garnacha hasta el molino de Quintín, en las orillas del Mar Menor, comprar el diario cotidiano y volver. La segunda ha ido en la misma línea: “Qué raro es estar aquí en la calle y a la orilla del Mar Menor”. Llevábamos casi cincuenta días sin pisarla, porque a nosotros, aquí en la Región de Murcia, nos obligaron a confinarnos unos días antes de que el Gobierno lo ordenase. 

Hemos hecho un recorrido de una hora y 15 minutos, alejándonos más de setecientos metros de casa, pero ha sido suficiente para que los dos descargáramos una parte de las energías acumuladas y para que pudiéramos comprobar que la primavera ha estallado alrededor de nuestras vidas recluidas. Las flores amarillas que tapizaban los descampados cuando nos confinamos se han visto reemplazadas por una profusa mezcla de margaritas, flores moradas y otras amarillas de tonalidad más intensa. Mis conocimientos de botánica no son suficientes para darles nombre, pero no he podido resistir la tentación de hacerles una fotografía, para llevármela de vuelta a casa y mostrarla a quienes no han salido. Ese atisbo de primavera es también una invitación a la esperanza.

Como no es una zona muy poblada, en estos días no ocupados por turistas, apenas nos habremos cruzado con media docena de personas mayores en su suelta y temprana andadura. Todos cumpliendo las normas salvo uno, un niño que paseaba junto a los dos progenitores. Poco después de cruzárnoslos nos hemos topado con un coche de la policía local que iba en su dirección: me pregunto si les habrá caído amonestación o multa, y me pregunto también qué necesita la gente para tomarse en serio lo que se le dice. No por sumisión a la autoridad, sino porque la mayoría de la ciudadanía se fastidia y porque a estas alturas es evidente que el covid-19 no es una broma. Muere gente, y ayer leí unos informes de pediatras que recogen síntomas nada desdeñables en niños infectados: erupciones, dolores abdominales agudos, neumonías. Ha sido solamente uno, pero nos ha extrañado que haya padres que quieran meter a sus hijos alegremente en el bombo a ver qué es lo que les depara el sorteo. Vale.

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

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