viernes, 15 de febrero de 2019 in

En mi recuerdo



Torrecilla en Cameros

En mi recuerdo

Como si no pasara nada, días pasados, hemos dejado atrás la semana de la Candelaria, ha estado saliendo el sol para iluminar cimas y cumbres sagradas y también el corazón de los valles donde habitan todavía los espíritus de la tribu. Y como si no pasara nada, por el cielo de mi Rioja, volviendo del sur, están cruzando ya, en forma de lanza, las aves migratorias, tordos y garzas, golondrinas y cigüeñas que contemplan el sol al amanecer encendiéndolo solo de lado, como ascuas, mitad oro o sangre, mitad tinieblas. Los primeros rayos parten ya la sombra de los bosques encinares y las riberas de los barrancos hasta el humus fermentado donde asoman ahora las setas su cabeza escarlata, alguna de ellas sumamente venenosa, como la patria. Son días de Candelaria cuando: “sale el oso de la osera, pero si hace mucho frío se vuelve a ella”; “la cigüeñal en las campanas; y si no hace frío, la golondrina buscará su nido”; “Si llueve por la Candelaria, apaga la brasa”; “En vísperas de Candelero, invierno fuera o vuelta al brasero, y por la Candelaria, echa la brasa en el agua”.

Pero no fiarse y no alegrarse porque según don Mariano Castillo y Ocsiero todavía habrá “tiempos anubarrados, lluviosos y por algunos días borrascosos; los vientos soplaran con violencia del S. al O. y habrá abundantes nevadas en las alturas”: “El día de la Candelera, invierno fuera; pero si no ha nevado y quiere nevar, invierno por comenzar; “El día de la Candelora, que llueva o que no llueva, ya está el invierno fora, y si llueve y hace viento, el invierno sigue dentro o que la Candelaria llore o cante, invierno atrás y adelante”.

Mañana sábado a las 8:10 en punto saldrá ese sol en las orillas del Mar Menor, que llega mojado por los mares de Grecia y de Italia, para iluminar las montañas de sal nívea y esas arenas grisáceas, ahora congeladas, desangeladas y solitarias, pero nunca derrotadas y siempre fervorosas. Sea como fuere, mañana, después de la festividad de la Candelaria que tan primorosamente describió José Pla y que aquí, en mis recuerdos, traigo por no haber otra mejor, el sol se ocultará a las 17:51 por esas tierras de mi Rioja querida y en la oscuridad de la noche los sueños de los que en otra época fuimos jovenzuelos serán como los de todos los días. Vale.

LA CANDELARIA: /…De jovencito, en Palafrugell, iba a llevar las candelas rizadas -encarnadas, verdes, amarillas – al altar mayor, que estaba fastuosamente iluminado, tan agitado y barroco, de un color de oro tan espeso que parecía que chorreaba jugo de relleno. La luz que entraba por el rosetón irisaba el roquete de los monaguillos y las casullas de los clérigos. La cera crepitaba y parecía una lluvia de puntitos luminosos, como estrellas microscópicas. Como la cera era sangrienta, las candelas se aguantaban con el pequeño pañuelo blanco doblado. El ofertorio se hacía con una enternecedora seriedad. ¿Cuántos años hará de todo esto? ¡Quién sabe! Ahora ya no hay chisporroteo, ni candelas rojas, amarillas y verdes. El vacío es completo. ¿Quiere decir que, por ventura, me encuentro más cerca de alguna otra cosa? No lo sé. Esta imposibilidad de salir de la fluctuación es el mal de ahora…/ (José Pla; El Cuaderno gris).

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

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