sábado, 8 de octubre de 2016 in

El corazón del agricultor







El corazón del agricultor

El corazón de mi agricultor discurre esta tarde sobre estos campos. Lo llevan los ojos, los oídos, el olfato. Se hace sentido. Lo sabe, lo acecha todo, lo espera todo, se tiende sobre la tierra, se abriga entre sus surcos, pasea entre los viñedos y almendrales. La belleza es un vuelo. ¿Quién lo dijo? No se está quieto en las cosas y no se mueve de ellas. Dentro y fuera. ¿Cómo decirlo? Parece que somos pozos oscuros, hondos, donde nada llega. Y asomándonos, está todo. La loma, el peñascal, la vera de la zanja, la desazón, la felicidad acechadora, la alegría que apunta, la sombra cernida. ¡Ay corazón, lento y seguro!

Octubre es bellísimo. Va cerrando día a día, surco a surco, secretos al campo. El campo es una inmensa caja de secretos. Hay que saber verlos. Espiarlos hasta que nos los entregue. Así, yendo de pronto, el simple color de una piedra junto a la que pasamos mil veces sin repararla, la forma de un árbol, la luz de un camino.

Todo va quedando. Lo mismo que la hoja caduca sobre el sembrado añadirá lozanía al tallo, lustre a la hoja, cargazón a la espiga. El sol de esta tarde está creando dentro y fuera, en alma y tierra, calor, sin que nunca acabe enteramente de morir. ¡Qué muere? Todo esto sigue. Y el sonar del rio, del campo, entre estas riberas de cielo hermosísimas. Deja un largo eco, una llamada eterna a la belleza. Vale.

Texto y fotos La Medusa Paca. Copyright ©

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