martes, 6 de mayo de 2025 in

CAMPO ABIERTO, CAMPO DE MAYO

 


 




CAMPO ABIERTO, CAMPO DE MAYO

En el atril de mayo veo, ordenadamente colocados, los versos de Juan de la Cruz y de Juan Ramón, que el de Fontiveros y el de Moguer tenían mucho mayo en su fe y en su tinta. Y esos versos, perfectamente organizados, los leerá la voz de la luz, que preguntará y contestará a un tiempo. El campo que Dios ha sembrado no tiene igual. No hay quien compita con esta hipérbole de margaritas, malvas, jaramagos, amapolas, romero, lirios, jaras, hinojos, azahares

 “Buscando mis amores, / iré por esos montes y riberas; / ni cogeré las flores, / ni temeré las fieras, / y pasaré los fuertes y fronteras». La luz lee despacio. Lee y, a veces, de reojo, mira cuanto le rodea. Y pregunta: «¡Oh bosques y espesuras, / plantadas por la mano del Amado! / ¡Oh prado de verduras, / de flores esmaltado!, / decid si por vosotros ha pasado”.

Sí, habrá pasado. Si no, ¿cómo se explica el milagro, aquel que asombraba a otro genio –¿o debo escribir “jenio”?–, de Moguer, por más señas, cuando se asomaba por días así al campo y decía:

“Abril venía, / lleno todo de flores amarillas, / amarillo el arroyo, / amarillo el vallado, la colina, /el cementerio de los niños, / el huerto aquel donde el amor vivía…”.

Se asombraba, como Juan de la Cruz, como yo, como las nubes que viajan, como el aire que pasa, como los pájaros que todo lo ven desde allá arriba… “¡El día / era una gracia perfumada de oro, / en un dorado despertar de vida!. Los dos de la mano, Juan de la Cruz y Juan Ramón, describiendo el milagro de Dios. Si el de Fontiveros, “… Mil gracias derramando, / pasó por estos sotos con presura, / y, yéndolos mirando, / con sola su figura / vestidos los dejó de fermosura”. Si el de Moguer: Con la labor de la Mano y estas dos voces, el campo es un altar ante el que hay que arrodillarse. Miremos los sembrados y los campos espontáneos, los árboles, los ríos, las flores que cantan cosecha, los verdes únicos… “…Mi Amado, las montañas, / los valles solitarios nemorosos, / las ínsulas extrañas, / los ríos sonorosos, / el silbo de los aires amorosos…”.

 Campo abierto, de todos; campo feliz, campo rebosante, enamoradamente mío, mío, mío… En lecho de luz quiero quedarme “entre las azucenas olvidado…”. Vale.

 

Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©.


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