miércoles, 6 de septiembre de 2023 in

De vuelta y cuando la DANA se fue

 


De vuelta y cuando la DANA se fue

Soy un trapero de la estúpida y dolorosa hora del desbarajuste, del estropicio, y ayudo a recoger las migajas y los pedazos”. (Salvador Espriú)

El cielo se oscureció cuando circulábamos por la carretera que llaman “Vía de los navarros” entre Magallón y La Almunia de Doña Godina. Desde el Servicio Meteorológico no cesaban de enviar mensajes apocalípticos al móvil. Estábamos en alerta roja y Soledad, señora mía, y yo viajábamos en nuestro coche desde Villamediana de Iregua hacia Santiago de La Ribera. Rompió a llover torrencialmente. La lluvia golpeaba los cristales del automóvil. Septiembre siempre ha sido un mes imprevisible. “O seca las fuentes o se lleva los puentes”. Pero no tanto lo primero y si lo segundo. El tiempo estaba loco. 

Paramos en Teruel para comer, descansar y tomar fuerzas para continuar el viaje al día siguiente. Nuestros cuerpos ya no aguantan de un tirón, como hace una década, los setecientos veintisiete kilómetros que separan las ciudades de origen y destino. La amenazadora tormenta dio un breve respiro. Al llegar a nuestro lugar de descanso tomamos conciencia de que septiembre llena las ciudades y vacía los pueblos. Y, al levantarnos, para retomar el viaje, fuimos conscientes de que, pasado el verano, alargan las sombras y una luz difusa, amarillenta, horizontal envolvía los tejados y de las chimeneas de las casas aún habitadas, cada vez menos, volvía a salir humo. ¡Oh, aquellos septiembres dorados como racimos de uvas mojados por la lluvia! ¡Tantos recuerdos! Las yuntas arrastrando el arado camino de la sementera, la llegada de los nuevos alumnos al Pablo Sarasate, el olor a pimientos asados en la villa de Lodosa, el silencio y la armonía de los viñedos revestidos de cobre y oro, los zarzales con moras, el tintineo de los rebaños careados en las piezas del raso, la mano de los cazadores en la ladera tras el bando de perdices levantado por los perros entre las cepas ya deshojadas, el dulce sonido de la flauta de ese pastor amigo, fabricada por él mismo con una rama de nogal, una navaja y un hierro candente…Un trueno espantoso, que retumbó en el interior de nuestro coche, me hizo salir de la ensoñación. Golpeó otra vez la lluvia agresivamente, sin misericordia. ¡Tormentoso otoño de septiembre y las nubes comenzaron a marchar!

Marchan las nubes

Sobre las casas blancas,
sobre las dunas,
sobre la playa
y sobre el mar
pasan las nubes bajas
y sin parar.

Pasan y pasan
como pájaros blancos
en desbandada
estival.

¿De dónde vienen?
¿A dónde van?

Vuelan las nubes
con alas invisibles
sin detenerse
jamás.

Acaso vuelan
para decirnos
que los recuerdos,
que las bellezas,
que los amores,
que nuestras vidas
pasan y pasan,
vuelan y vuelan,
y ya no vuelven
más.

PRJP. Al volver de las vacaciones de 2023


Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©.




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