domingo, 15 de diciembre de 2019 in

Estampas




Adoración de los pastores: Giorgione (1479-1510)
Estampas
La noche ha venido
cubriéndolo todo
con sombras de nieve
con silencios hondos.

Hay grutas de gracia
hay cantos de gozo
hay luces errantes
hay besos sonoros.

Se contraen los meses, las semanas y los días. Se apresuran las nieblas, las lluvias y las nieves. Pasan altas las grullas, uniformes, seguras. Se rinden las cañas del maíz para el desmoche. Caídas las hojas, las sernas reverdecen. Los cardos rozagantes nos prometen su fiesta. Las dulces mandarinas nos saben a nostalgia. Y los duros membrillos nos prestan su perfume.
Voy y vengo por algunas calles céntricas de la capital de La Rioja. Veo la iluminación de Navidad que este año, según algunos, han aumentado: estrellitas de nieve y de hielo, mucho hielo, renos, algún abeto… ¿Fiestas de Invierno? o ¿Será que las nuevas alcaldías han desempolvado los atavíos de alcaldías anteriores y desean magnificarlos?
Compro el periódico que lleva embuchado una especie de folleto, titulado “Nos gusta la Navidad”. Hombre, lo abro con cierta sorpresa, y me encuentro… ¡con una extensa carta de buenos vinos!
¿Nos avergüenza la Navidad, la segunda fiesta cristiana, fondo formidable de la literatura, de las artes, del folklore, de la sociedad occidental, y aun de medio mundo? ¿O la queremos degradar a unas fiestas de invierno y a una carta exquisita de vinos?
¿Recuerdas cuando tus navidades y las mías eran una fiesta de luz y sonido? Luz y sonido.
Ahora, cuando la noche se me viene antes de que se acueste la tarde, la memoria se me llena de luces y de sonidos, luces que no son las de ahora y sonidos que siempre oímos y eran los nuestros.
Yo celebraré la Navidad, ¿me acompañas?, desde las luminosas vísperas del Adviento, con ese haz de luz de las calles, sí, pero luz que contraste con la noche, que ilumine la noche, no los oros de la calle, no los lujos de escaparates y elementos lujosos. Y celebraré el humilde sonido de los villancicos, más que todas las expresiones de canto que, en son con otra memoria de la Navidad, se encierren en lujosos sitios. Prefiero la calle sencilla, iluminada con luces o con lo que la imaginación enciende. Y los sonidos, sencillos, aquellos que le dieron a mi infancia un temblor musical en las primeras emociones callejeras.

Me maravilla la Navidad porque, al menos todavía, no he caído en el empacho de empezar a celebrarla tres o cuatro meses antes de su llegada. Me maravilla la Navidad porque me lleva al campo, a los pinares, a las laderas que asoman a la vega con un frío terciopelo verde de yerbabuena, a las tierras altas donde crece el acebo con sus frutos rojos que adornarán el paisaje de mi Nacimiento. Me maravilla, porque me llevaré de la tarde las luces de oro con que iluminaré el sitio de paz. Me maravilla porque me traerá al recuerdo las mismas canciones, las mismas ingenuas letras que cantábamos aquellos chiquillos que, recogiéndonos con el dorso de la mano los moquillos del frío, hicimos de las noches de nuestra infancia el perfecto país de la bendita inocencia. Luz y sonido. 

Miraré las luces de mi ciudad sobre la noche cerradamente negra, y allá arriba colocaré los sonidos. Todo será otra vez lo mismo. La tradición ha podido más que la realidad de aquella noche, y ha hecho de Belén el mundo ideal que escogió Jesús, la Luz, para manifestarse entre los hombres. Y la Creación entera cantó.
Y luego extrañará que nos guste esta Navidad…Vale.
“Del Verbo Divino
 la Virgen preñada,
 viene de camino,
 ¿si le dais posada?”
 (S. Juan de la Cruz.)
 
Glorieta de España. Murcia
Texto y fotografía La Medusa Paca. Copyright ©

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