martes, 10 de junio de 2014 in

Me naces cada día con el alma






Me naces cada día con el alma

Por fin ya están aquí los dos tercetos que faltaban. Me han costado. Dicen que la playa cansa, y es verdad. Y hasta adormece y conduce a la vagancia. He tardado casi un mes en construir ese soneto que comenzó siendo un embrión sin título. Hoy ya lo tiene y aquí está éste: Me naces cada día con el alma”.

Me gusta relatar el tránsito que ha tenido y el recorrido que ha sufrido hasta llegar a sazón. Surgió un doce de mayo cuando el poeta se quejaba de que los traslados, afanes y ajetreos, no eran buenos para mantener esa tensión gozosa que le hace estar en comunión con lo hermoso. Ya le pasó y vivió otras veces. Sobre todo, porque la preocupación por lo concreto, las relaciones, la expectativa ante lo desconocido siempre rompían su equilibro interior. 

Y fue así cuando surgió este primer cuarteto: 

Me naces, cada día, con el alba

cuando asoma sus rizos en mi huerta

y espero que te asomes a la puerta

para darte mi beso de mañana.



Y tuvo que ser, quince días después, cuando, en Granada, cruzando el puente del Paseo de los Tristes, girar a la izquierda y llegar, por el Camino del Avellano, a su Fuente que me ofrecía unas vistas maravillosas del Sacromonte y del Albaicín. Y fue allí donde,  recordando a ese grupo literario bautizado como el de la "Cofradía del Avellano", tracé el segundo cuarteto de ese embrión de soneto.

Cuando el sol, de su cuna se levanta

y el jilguero, a su beso, se despierta,

en tu rostro, a raudales, se proyecta

un rosario de luces, rosa y grana.

Y el remate, casi treinta días después, llega junto al mar cuando la primavera se diluye, el cielo se torna luminoso y salino, azul por los cuatro costados y vivo como el color de la retama. Y ha tenido que ser aquí en mi Rincón de Garnacha de este mi querido Mar Menor en una tarde soporífera, preludio de verano, cuando un telón de plata funde en la calima esa mar llana, convirtiéndola en horizonte plano y cielo cegador para sumirla más tarde en un letargo placentero ante la atenta mirada de un niño que se baña.

Encendida, lozana, fresca y pura,

con la luz te proyectas en el cielo

regalando a la tierra tu hermosura.



Y, llenando con rosas de tus senos

la aridez y tristeza que me abruma

con tu risa feliz, haces mi cielo.

Y ya, rematado y entero, aquí lo presento:

Me naces cada día con el alma

Me naces, cada día, con el alba

cuando asoma sus rizos en mi huerta

y espero que te asomes a la puerta

para darte mi beso de mañana.



Cuando el sol, de su cuna se levanta

y el jilguero, a su beso, se despierta,

en tu rostro, a raudales, se proyecta

un rosario de luces, rosa y grana.


 Encendida, lozana, fresca y pura,

con la luz te proyectas en el cielo

regalando a la tierra tu hermosura.



Y, llenando con rosas de tus senos

la aridez y tristeza que me abruma

con tu risa feliz, haces mi cielo.

PRJP. Nº 7 En Santiago de La Ribera cuando la primavera del 2014 se diluye.



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