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lunes, 27 de enero de 2025 in

LUZ DE MADRE

 



Hoy día, después de tanto tiempo que marchaste, me he detenido delante de tu fotografía para mirarte y pedirte, Madre, que me dijeras: ¿qué es una madre?

Es una pregunta difícil, muy difícil, lo sé. Pero, siempre generosa e inteligente, diste con la respuesta. Meditaste unos instantes, brevísimos, y luego, señalando hacia el otro extremo del fogón en el que estábamos sentados, en esa tu casa, me dijiste: “Madre es… esa luz que entra por la ventana que tienes delante”.

 Y te seguí mirando y pensé: Esa luz, ¡ay, madre!, esa luz diferente, como venida del tiempo sin tiempo de la infancia, es la que hoy, después de tanto tiempo que marchaste, sigue encendida y me guía. Y fue entonces cuando sentí tu caricia sobre mi alma,

deslizándose entre los fríos cierzos del invierno, proyectando la sombra de la flor del azahar, iluminando mi camino y haciendo que todo en mí produjese una extraña felicidad.

 ¿Te diste cuenta de tu respuesta? Claro que sí. Fui consciente de que esa luz me ha dicho esta mañana que el sueño está de nuevo a punto de volver a hacerse realidad: un milagro que todos los años ocurre por obra y gracia de la luz. De una luz llamada MADRE.

“Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo que pisan los vivos,

será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de los gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales. “(José Hierro)

 

 LUZ DE MADRE

 

Fue posible que para mí fueras

la mejor madre del mundo,

que haya otras mujeres con más porte,

más ficticios abolengos

y más lujos,

quizá hasta tengan más soberbia

en el blasón de su escudo,

con más malaje, seguro,

pero nunca fueron madres.

Mas tu eres la mía, ¡ay, madre!

aquí me tuviste, madre.

fue en ti donde abrí los ojos

y eché a volar al futuro

amparado por tu amor

de Humilladero, tu Virgen.

Es cierto, nuca dudé

de la mejor madre del mundo

pero a poco que lo pienso,

es que yo de ti presumo,

porque bonita eres inagotable,

como tu empaque, ninguno.

Cariñosa, a manojos.

Y esos ojos, de dibujo.

Tu cara, tu don, un lujo.

Un simple detalle tuyo

hacía inclinar la frente

a todo el que verte pudo.

En lo que de ti me gustaba,

madre, todo lo incluyo,

no te cambiaría por nada

pues aquí nacer me cupo.

 

Por gustarme, hasta me gustaba

estar por siempre en la gloria;

en tu regazo, en tu arrullo.

Claro que sí, que habrá otras

con más empaque y más lujo.

Pero ninguna me causa

sentimientos tan profundos:

pasión, enamoramiento,

locura, a veces, incluso.

Fue tu gracia la finura

y discretos tus secretos,

fuiste la exacta medida

tu sol, el oro más puro.

Por leal, noble y afana

ser hijo tuyo es mi orgullo

y además, eres mi madre

así que sobran tapujos.

Para mí eres lo más grande

y aquí se acaba el asunto.

Que sí, madre, que habrá otras

por ahí que valgan mucho

Pero como tú, ¡ay, madre!

no hay nada igual en el mundo.

 

PRJP. N.º 10. En la FELICITAS del Mar Menor después de tantos años que marchaste.

 

Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©.


lunes, 20 de enero de 2025 in

LUZ DE INVIERNO

 



LUZ DE INVIERNO

“Oh luz congelada,

Alborada del invierno,

fogonazo gélido del mediodía,

apocado gallardo,

quiquiriquí del alba,

cresta de plata para el gallear

al pisar la tierra!

Eres belleza de la sombra helada,

los buenos días das

cuando apunta ese que congela

todo el rastrojal del horizonte.

Eso eres y luz congelada. PRJP.

 

Recordaba esta mañana en mi paseo, eso sí, bien tapado, unos versos de una poetisa anónima, unos versos sueltos que descubrí en un suplemento literario de un diario de color sepia: “Es como el alborozo, pero tiene otro nombre.” Eso mismo he pensado de la luz en esta alborada del invierno, eso mismo: “Es como la luz, pero tiene otro nombre.” Es verdad. La luz del invierno no es, claro está, el quieto fogonazo del mediodía, ni el gallardo quiquiriquí del alba, crestas de plata para el gallear al pisar la tierra. No. Es la belleza de la sombra helada, los buenos días cuando apunta ese que congela todo el rastrojal del horizonte. Es eso y es luz congelada.


El azul cobalto que pinta Dios cuando se pasa de la noche al día, mojando los finos pinceles de su concepción artística, es una luz derramada, una aguada, un largo y ancho brochazo de alba luminosa. Como si Dios se empeñara en pintar la albura allá arriba, para que no dejemos de verlo. Blancor al alba con cristalitos estrellados, con cellisca de constelaciones en estelas infinitas. Tiene luz el alba del amanecer invernal nevado, luz azul cobalto que en nada se parece al celeste ardiente del mediodía ni a ningún otro color que derive del azul; luz maciza, luz textil, o luz de cerámica. La noche invernal, derivando al alboreo, tiene una altísima luz caprichosa y duradera que es luz, aunque tenga otro nombre. Bajo esa luz cuántos mañanas de invierno he paseado, cuántas noches he guardado en el álbum de la inocencia esos mis sueños y primeros despertares con sus reveses que oscurecían esa luz. Cabe esa luz en la caja sin tapadera del arcón de mi casa, “cofre de luz sin tapadera, molde de mi infancia”, dije una vez; toca esa luz la tonsura albal del circo del Moncayo, tantas veces contemplado desde la casa riojana. Y hoy esa luz aparece en los oscuros caminos escoltados de chumberas que van del pueblo al campo que rodean los limoneros. Gran, enorme luz en las largas y bellas mañanas del paseo entre dos mares. “Es como la luz, pero tiene otro nombre.” Sí, porque no puedo llamarla solamente alborada a lo que no acababa de quitarse sus camisas de claridades perceptibles. No es luz solar, no, pero es la luminosidad de los amaneceres de mediados de enero. He paseado infinidad de veces por la soledad del campo y entre salinas, lejos de las últimas luces artificiales. He esperado a que mi pupila asumiera el grado de la mañana y, cuando he mirado al cielo, he visto ese milagro del blancor candor que, aunque no sea luz, merecería serlo. Con otro nombre, sí, pero que venga de la luz. Bajo ese azul se mueve mi memoria del invierno. Y ahí sigo, seducido por ella. Vale.

Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©.


lunes, 13 de enero de 2025 in

Orto del sol

 



Orto del sol

Junto al Mar, yo hago camino,

sin andar.

... Junto al Mar

no hay horizonte que no

me penetre, me transporte,

sin caminar.

... Junto al

Mar...


Ocho menos cuarto de la mañana. Un cielo opalino, abierto sobre el cuadrante oriental, cuelga sobre el azul prusia del mar, visto desde la costa del Mar Menor frente a La Manga, este día de gracias del Señor 13 de enero de 2025.

Unas gruesas nubes horizontales, color petróleo, manchan el color ópalo dominante, y, debajo de ellas, toda la franja inferior, entre las nubes y la frontera pacífica del mar, se arrebola furiosamente, y, poco a poco se deshila en efímeros matices amarillos pastel, limón, maíz, narciso, canario …, que se tornan por segundos en naranja, azafrán, oro viejo, y en rojo fuego, que parece llamear sobre las ramas más altas de un pino carrasco, que sobresale de entre el rodal de pinos piñoneros, que adornan el Pinatar.


Aparece de pronto el casquete rusiente del sol. Color fragua, color hoguera, que pugna por liberarse del límite del mar y saltar al espacio superior: dios arcaico, ojo estremecedor, círculo vengativo, moneda única en el espacio, círculo modélico … Y, casi sin tiempo, va palideciendo hasta devenir blanco purísimo: hostia perfecta, luna llena del amanecer, amable, unos momentos, a los ojos del contemplador.

Unas gaviotas vuelan lentas del este a sur. Y aviones de la Patrulla Águila que practican sobre los cielos del mar dejan una estela de plata sobre el cielo, que es ya azul cielo, y sobre el mar, que ya es azul profundo.

Orto del sol. A Dios se le comparó durante siglos con el sol naciente, con el sol que asoma, baja, viene de lo alto. 
Qué belleza y universal símbolo para la contemplación. ¿Sol de Justicia y de Paz, mucho más alto que el sol imperial y victorioso de Roma?


... Junto al

Mar...

Busco un lugar de paz,

junto al azul que retorna:

Azul de viento y de sal.

Mi huella sobre la arena.

¡Mi camino sobre el Mar!

Mis ojos, ola tras ola,

brujuleando mi verdad.

Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©.


domingo, 5 de enero de 2025 in

EPIFANÍA

 

Επιφάνεια EPIFANÍA


La Adoración de los Pastores por Giorgione

 

Los Reyes Magos

son los culpables

de los regalos.

Fueron modelos,
  fueron dechados:
 los regalantes
 y el regalado.

 Hoy y esta tarde noche no son un día cualquiera, hoy es la tarde noche en la que a todos nos iguala en la ingenuidad de esa infancia todavía no perdida y que en ese despertar tempanito en la mañana del día 6 nos conducirá a contemplar esa plena luz reflejada en el espejo de la habitación embozándonos alborozados por ella en su manifestación. Es el día de Reyes, es la Επιφάνεια, el momento de despertar ilusiones, el día de la manifestación de la luz, el día la ingenuidad de esa infancia perdida...y de nuevo encontrada. A partir de Reyes es cuando, de nuevo, nos sorprenderá el sol demorado en el grafiti del tapial de la casa de enfrente de Garnacha. Ese Dios que unos creemos que nació en el portal de Belén y otros que sólo se trata de una fecha del almanaque, hará que se despierte la savia en los árboles cuando llegue la candelaria y después obligará a que en las ramas desnudas apunten las gemas de ese perfumado azahar que reventarán un poco más tarde. Habrá lluvias y sonarán los canalones; habrá nevadas y el sol de marzo producirá el deshielo y puede que se repita esa imagen que presencié hace años: un colibrí de color verde esmeralda, rojo y azul, se había detenido aleteando en el aire y con el pico cazaba una gota brillante, como de plata, que caía desde una rama de limonero cargada de nieve. El sol irá madurando sobre la espalda jeroglífica de los lagartos y abril incidirá en el azúcar que libarán los insectos en el corazón de las flores. Puede que en mayo se inicie la rebelión solar con la primera ola de calor sofocante que unos achacarán al cambio climático y otros a las tormentas solares, cosas que han pasado toda la vida, pero en nuestra sociedad se seguirá extendiendo un sentimiento de culpa por lo que estamos haciendo con el planeta, puesto que los, incendios, inundaciones, terremotos, huracanes, sucederán cada vez más a menudo y serán más destructivos, pese a lo cual en los mercadillos habrá frutas de todas clases, cerezas y fresas en junio, melocotones, albaricoques… y uno se creerá más feliz por el hecho de haberse dado una crema en la playa, extender el cuerpo en la arena y esperar a que el sol elija entre hacerme un magnífico bronceado o un cáncer de piel. A fin de cuentas, para ser feliz basta con que los Reyes Magos traigan un libro, una camisa con palmeras y unas botas de montaña para, como un andariego, pasear por las ruinas de esos pueblos vaciados sin saber que es la propia decadencia la que uno callejea. De pronto la luz del sol se irá apagando y cuando llegue la noche de san Juan con el solsticio de verano todos mis sueños de luz habrán vuelto a empezar o habrán terminado.

Termino. Estas son divagaciones ante una bandeja con el roscón de reyes y una gravaleña copa de cava Dioro Baco, que por estas tierras también se disfruta. Esta madrugada se repetirá de nuevo el rito de las pequeñas cosas encontradas a los pies del Nacimiento con la llegada del día que me conducirán a revivir otra vez el despertar con ese intenso cosquilleo en el estómago, como en esos años en los que mi madre me obligaba a dormir temprano para que los Reyes no me pillaran despierto. ¡Hala a divertirse y ser felices que la infancia no ha mutado! Vale.

Los Reyes Magos

son los culpables

de los regalos.

No por el oro,
 que siempre es caro,

por el incienso y la mirra,

que son muy raros.

 


Adoración de los Reyes Magos de Hugo Van der Goes,

Texto de La Medusa Paca. Copyright ©.


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