jueves, 7 de mayo de 2015 in

CATASTRO


 
Han hecho llegar hasta La Medusa el poema que formó parte del discurso con el que Fermín Herrero, premio de las Letras, remató ante las autoridades de Castilla y León el pasado 23 de abril, día de la Comunidad.
Herrero (Ausejo de la Sierra, 1963), es un poeta nacido entre los parques naturales del Moncayo que La Medusa, tantas veces desde su ventana o desde el otero de esa derruida Santa Bárbara, contempló su boina nívea. Es este paraje, en el corazón de las Tierras Altas Sorianas, el que ha inspirado la mayor parte de su obra poética.

Poeta muy pesimista de joven ha ido ganando optimismo con el tiempo porque considera que “éste es importante para los demás”. Poeta antimachadiano al principio pero con el paso del tiempo cada vez le gusta más. Sus poemas son obras cortas que  parten a veces de cosas muy pequeñas. Es en definitiva un atrapado en el tiempo de los libros.
Lo trae La Medusa a su blog en agradecimiento. Al leerlo, le traslada hasta su infancia gravaleña, no para hacer un relato de su patria, sino para recuperar y traer al primer plano sensaciones, visiones de un niño crecido en la naturaleza. Y porque, más que un viaje retrospectivo, con este poema le propone un paseo en el que La Medusa recupera la  “fisicidad” de la memoria. Y es que la Naturaleza siempre engendra en él: “Cuantas veces he escrito mundo diciendo/ sólo lo que oigo, lo que palpo/ lo que veo en la noche. Relámpagos”. Vale.

CATASTRO

 Donde amapola, di ababol, y, si se puede, cardo. Y al vino,
vino. Donde collado, altozano o alcor, otero,

escribe llanamente cerro, alto o cuesta, loma. No digas

lo que nunca se dijo, lo que no se dice

en tu pueblo. Más vale mayo frío, la paja

poca y el trigo mucho. No impongas a la tarde

la añoranza si es falsa o aprendida, anota

simplemente el silbido del viento

en los linares. No recuerdes la muerte aunque

te tenga, piensa que de tanta mies se emboza

el peine cada día, que eres este momento. Y al vino,

vino, sólo la miga, el tuétano. Tampoco

hables más de la infancia para embaucar al olvido, precisa

simplemente la orfandad del muérdago

en el hayedo. Más vale mayo frío. Si tempero,

arraigas; si membrillo, aromas; si cierzo, tiritas. Di

berro, ortiga, di bálago, acebal. No niegues la palabra

amor, tampoco entrega, ni prodigio, ni tú. Ahora

bien, antes de escribirlas, hazlas.
 

Texto, excepto el poema, y fotos  La Medusa. Copyright ©
 
 
 
 
 
 
 
 

 

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