martes, 1 de noviembre de 2011 in

Día de todos los Santos

Día de todos los Santos

Fotografía de la revista Voz de Trébago

Nunca me ha gustado pasear por los cementerios. Jamás me he perdido por sus sendas agrestes, llenas de arena y de piedrecitas para respirar el olor dulzón a flores húmedas. Nunca he deseado sentir ese silencio definitivo e irrevocable, que se cuela entre los cipreses como un viento de eternidad. Desde siempre me ha dado grima admirar los mausoleos elefantiásicos, con sus mármoles pretenciosos, sus angelotes retorcidos y sus vírgenes arrobadas. Miento, solo una vez lo hice. Me trasladé al pueblecito encantador navarro del Roncal, por aquel entonces era Director de un instituto de bachillerato, el “Pablo Sarasate” de Lodosa para ver, de frente y por derecho, el panteón-mausoleo con la que Mariano Benlliure había homenajeado al tenor Julián Gayarre. Desde siempre he detestado examinar las sepulturas humildes y esquemáticas, con la fotografía amarillenta del morador, quizá todavía con la boina puesta, y repasar aquellas dos cifras mondas que acotan su lejana biografía. Desde nunca me ha gustado ni con calma ni con prisa pasear entre los nichos, leer los nombres de los difuntos, calcular las edades, detenerme ante la insoportable tragedia de un niño arrebatado, imaginar la enfermedad, el sufrimiento, el adiós, la nada. ¡Qué difícil, asfixiante y necesario es imaginar la nada!

Fotografía de La Medusa Paca

Tengo la esperanza de que Dios exista y creo que es verdad que existe. Veo cómo mi cerebro, que se pretende racional, lucha denodadamente por mantener no ya la fe -que la tengo-, sino al menos una sombra de duda, un resquicio de posibilidad, un tal vez que se me va escapando como la luz incierta y temblorosa de una vela.

Como poseo mi certeza de que sí existe Dios, pero creo que es verdad con la misma certeza de que tambien existe la muerte. Y me asombra cómo muchas personas se olvidan de que son mortales y viven como si lo suyo tuviera alguna importancia: gentes que se consumen por ganar dinero, por escalar puestos, por derrotar enemigos, por acumular poder, por defender patrias..., sin pensar que, hagan lo que hagan, algún día no muy lejano acabarán convirtiéndose en humo o en carne para gusanos o estiércol de columbario. Tal vez todos deberíamos visitar de cuando en vez los cementerios, aunque yo no lo haga.

Fotografía de La Medusa Paca
Textos de La Medusa Paca. Copyright ©

Leave a Reply

Con la tecnología de Blogger.

Seguidores