miércoles, 7 de septiembre de 2011 in

Estramonio

Estramonio
  

Ayer tarde, acompañado de mi agricultor, no podía ser de otra manera, salí al campo, le solicité me guíara y condujera hacia algún lugar en el que pudiese conocer, en vivo y en directo, esa planta del género Datura y de la familia de las Solanáceas. Así lo hicimos y no tuvimos que andar demasiado para darnos de bruces con un campo verdoso en el que estaba  paciendo ella como burlándose y como si fuese a reventar a alguno de los bovinos que cerca de ella pacían. No, estos son muy listos y su desagradable olor hace que la rechacen para no ser consumida.

Me dice mi sabio agricultor que, este alcaloide, suele confundirse con otra planta de nombre rimbombante, llamada  floripondio, y que, según zonas, recibe nombres tan sonoros como los ahuyentadores  higuera del infierno, higuera loca o manzana espinosa, flor de trompeta o hierba de los brujos, o nombres tan infernales como hierba del diablo y berenjena del diablo, hierba hedionda y finalizar este índice onomástico, renombrándola con el más conocido de todos, estramonio, para concluir llamándola burladora, chamico, toloache o el ya citado de revientavacas.

Me avisa mi agricultor que debo cuidarme de ella, posee sustancias venenosas, es tóxica. Le pregunto si posee  alcaloides tropánicos y me contesta que, como él no tiene carrera, no entiende esos palabros  y que sí es estupefaciente. ¡Toma ya!, y mi agricultor no ha hecho ningún master sobre especies botánicas.
Al final del paseo, y después de fotografiarla, me entraron ganas de estrangularla por su maldad, no quise y no pude extirpar esa mala hierba, pensé; debo fotografiarla en todo su esplendor, en plena floración cuando finalice el verano y comience el otoño; deseo contemplarla en todo su esplendor con sus flores blancas a veces amarilleando o verdeando intensamente y cimbreándose en forma de  trompeta en su metro y medio de altura y sin tacones.

Dice mi agricultor que, no hace mucho, leyó a D. Fernando Sánchez Dragó  recomendar a los campesinos no ser palurdos, hojear la Historia de las drogas, de Escohotado, tomar tila o acudir a algunos de los herbolarios cercanos, que se la despachasen en forma de cigarrillos para combatir el asma, y que, si no la encontraban en esas tiendas de ultramarinos, se trasladasen a Ibiza a convivir con alguna comuna de hippies. Ellos sí podrían acarrearles algún cigarrillo para animarles en averiguar lo que se cuece entre los bastidores de la conciencia agrícola. La Medusa Paca no lo va a hacer, aprendió de sus antecesores que, la conciencia era verde y se la comió un burro. No quiere ser intrépido, ni cobaya y sí hombre audaz y filósofo como mi sabio agricultor que la ve todos los días y ni la toca, sólo la destruye en su tiempo y cuando, encima del tractor, la tritura con su apero de labranza llamado escardilla adosado al rotavator.  

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