Hoy es Jueves Lardero, jueves marcado, en costumbre rural y jornada festiva al aire libre, con gastronomía de subsistencia como protagonista principal.

Hoy es ese Jueves Lardero adjetivado y aderezado con el lardo, ese tocino o gordo seboso o mantecado del animal cerdo, marcado en precio con la parte menos valiosa del animal, pero grandiosa para que nuestras abuelas y madres fuesen capaces de hacer auténticas maravillas culinarias.

Hoy es Jueves Lardero de procedencia y antecedente, lardum o lardium, latinos. Palabra con la que los romanos denominaron el tocino y manteca de cerdo y caracterizado por el abundante consumo de esta carne o de sus productos secundarios y que también servía para, típica de este día, torta de chinchorras, que hasta como postre podía servir.

Hoy es Jueves Lardero, fiesta de niños y mayores, religiosa para algunos, tradicional y profana para la mayoría y de fecha incierta, aunque por su raíz, puramente latina, nos indica tener su origen en la Edad Media, cuando el castellano se estaba desmembrando del latín. Día de desmadre y hartura. Día de comer, beber, bailar, reír sin medida y la última oportunidad de saciarse hasta una vez pasada la Semana Santa.

¡Hoy ya es Carnaval! carnem levare (quitar la carne), palabra del latino medieval “carnelevarium” que alude a esa prohibición religiosa de comer carne durante la cuaresma. Fiesta de despedida de la carne, fiesta para gozar todo lo posible de la carne porque después, y durante cuarenta días, la Religión les prohibiría catarla. Fiesta en la que se hermanan las Carnestolendas (carne que ha de ser suprimida), carnestoltas (carnes que han sido quitadas) y ese Jueves Lardero que nos proporcionó al habla de mi tierra palabras bellas y significados hermosos como: lardero, lardear, ladrear, ladreo, referencias explícitas a las antiguas celebraciones.

                       

Hoy es Jueves Lardero y he querido recordarlo y homenajearlo junto a La Medusa Paca que, como fiesta de mi niñez y adolescencia, menos de mi juventud, me han traido al recuerdo aquellos versos que Gerardo Diego escribió en 1922 para honrar el comienzo del Carnaval y junto a ese famoso refrán de “Jueves Lardero, pan, chorizo y huevo” con el que, agrupados en cuadrillas de amigos, en la nuestra solíamos ser seis y a lo sumo ocho en temporadas. La tradición consistía en ir a merendar a los parajes más cercanos del pueblo, Grávalos en este caso, parajes a los que, después de salir de la escuela acudíamos y que casi siempre eran, solía hacer demasiado frío, tejadas, corrales, patios, entradas caseras o recónditos rincones en los que al amor de una hoguera y oliendo a humo más que a otros perfumes nos juntábamos a merendar con los ingredientes preparados o extraídos a nuestras madres y que no eran otros que los señalados en el refrán señalado arriba y en que se nos indica el menú exclusivo de nuestra y demás cuadrillas: pan, chorizo y huevo acompañados de alguna botelleja de vino con gaseosa para acompañar el refrigerio.

Así, provistos de estos yantares convenientemente guardados en el talego, como corresponde, nos largamos a comer o merendar y recordar esa tradición antigua y valiosa como el lardo.