La Boquería y la magia de la naturaleza
La Boquería y la magia de la naturaleza
El viajero se despide de Pinotxo deseando adentrarse en las profundidades del mercado, pero se detiene, de pronto, fascinado por una caja de tomates a primera vista nada llamativa. "¡Tomates de Raf!", exclama. "De Mazarrón. ¡Los mejores tomates del mundo!". La mayoría son verdosos, grandes y ondulados. "Se supone que tienen que ser así, y fíjate cómo están de duros", susurra mi acompañante. Están duros. "Eso es. Duros. Llenos de sabor". Encarga un kilo, y, aunque lo que compró en el primer puesto todavía tiene que recogerlo al término del recorrido, esto me lo llevo, como un preciado tesoro, en una bolsita de plástico.
A Paca siempre le ha gustado la casquería y si es aderezada con el picante riojano a gas saliente, es decir fuerte, mejor que mejor, de ahí que la siguiente parada es "Despojos Rosa". Allí se pueden adquirir cabezas de cordero, sesos, tripas, callos, manitas de cerdo y criadillas de todo tipo de ganado: vacuno, ovino y porcino, grandes, blancas, ovales y venosas. También tiene, colocado en otra interesante forma arquitectónica sobre una bandeja, lo que parece un montón de pequeños ladrillos de color rojo oscuro y polvoriento. "sangrecilla" exclama el viajero. "Estupenda con cebolla frita". "Mucha cebolla frita", añado. "Mucha".
Ayer, cuando oí vociferar a la pescadera aquello de “Atún del estrecho” me quedé perplejo, no lo había escuchado jamás y sí aquello de “Bonito del Norte”. Es cierto que es distinto. El que vi no necesita ninguna ayuda. "Cuanto más fino y más intenso el rojo, mejor", dice la Pescadera, mientras me muestra orgullosa la oferta de su puesto en el que lo único que venden es atún, capturado hace apenas 16 horas en el estrecho de Gibraltar y traído por la noche a Barcelona en camión.
Casi todas las pescaderías están en el centro del mercado, alrededor de dos fuentes adornadas con mosaicos al estilo Gaudí y donde sólo venden mujeres. El viajero entiende que nada tiene que ver con una discriminación sexista, sino, está científicamente demostrado que las mujeres poseen el arte de vender. Los hombres no. Cuando los hombres lo intentan, no pueden compararse. Venden la mitad.
La excepción a esta regla científica es Petràs, "el mago de las setas", ayer ya les hablé algo de él. Si Pinotxo, es decir Juanito, es una institución como regidor de ese bar largo y estrecho, del tamaño del vagón bar de un tren cualquiera, Petràs lo es tanto como vendedor de setas, hongos y fundamentalmente como setero viejo, barbudo, rubicundo y corpulento, especializado asimismo en trufas y espárragos silvestres, con aire de gnomo misterioso, habitante del bosque. Lleva una chaqueta vieja de punto, ni a traición deja que lo fotografie, y su puesto, desde el punto de vista estético, deja bastante que desear. Compra en las colinas de Cataluña, en las de Soria, Rioja y Navarra y, si me creen, hasta puede hacerlo en las Siete Colinas de Roma -cualquier sitio- es bueno para comprar y, si el día se da bien, puede vender hasta en la Gran Babilonia del Rey Nabucodonosor. "No me pregunte cuánto compro y vendo al año", le lanza al viajero, "no se lo digo ni a mi padre".
El viajero hunde la nariz en un cesto de setas frescas de La Rioja, con un precio de 16`90 euros el kilo, inspira profundamente, cierra los ojos con el fervor de un auténtico creyente, anima a su acompañante que le imite para impregnarse de la fragancia de ese olor húmedo, rico, a tierra, como si la esencia de toda la ingente naturaleza que se exhibe en el mercado estuviera contenida aquí, como si éste fuera el centro eucarístico de la catedral a la que el viajero ha venido a rendirle culto en este maravilloso otoño catalán en el que nació su nietecillo Alfonso.
Fotografías y textos de La Medusa Paca. Copyright ©
Por todos los dioses de Carthago... Paca
ResponderEliminar¡Que aromas me has infiltrado de tomates... atún... setas!
Parecia yo el viajante... por la frescura como has descrito y transmitido esos aromas.
Enhorabuena... Paca... enhorabuena.
Gracias