Viejo ciruelo:
flor a flor vas haciendo
todo más cálido,
más perfumado.
Tus
años
dejan
y quitan
como las olas
que
excitan las palmeras.
En
mi pueblo y en el huerto que fue de “Fonpodrida” había un ciruelo, quizá
todavía tenga vida, de reina claudia verde que, en mi juventud, contemplaba cómo
a finales de febrero se llenaba de flores blancas moteadas con toques rojizos. Alguien,
como si fuera su Arcadia, lo hincó en la orilla de un reguero para verlo
florecer cada febrero. Aparentemente, contemplándolo, era para mí la imagen de
los primeros signos de la disolución del invierno. Pero también representaba un
balance de ideas y, por lo tanto, el punto de partida de una serie de
pensamientos. Hoy en su homenaje, en honor de mi abuelo materno, y cuando
por estas tierras murcianas ya comienza a sentirse el perfume del azahar, he
escrito estos versos:
Al Ciruelo
Ciruelo de los
sueños,
hoy florecido
en mis recuerdos.
Gracias por tus ramos
de dulzura,
que mi sed aliviaste
con fervor y ternura.
Gracias al amor
por tu silencio
de los días
al danzar entre
aguas
al ardor de los soles
y frescuras.
Fuiste silencio
de alma repleto,
último trecho
hacia el
encuentro.
PRJP. N.º. 19 en Garnacha pensando en la
primavera y con olores de azahar.
Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©.
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