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sábado, 1 de febrero de 2025 in

Carpe diem

 





Carpe diem

No pretendas indagar (es sacrilegio), cuál final a ti y a mí, / nos dan los dioses, ni consultes los horóscopos de Babilonia. / ¡Mejor soporta cualquier porvenir! / Ya sea que Júpiter brinde muchos inviernos o éste sea el último, / que ahora desgasta los acantilados contra las olas del mar / Tirreno. Ten sabiduría, aligera el vino y al breve espacio / extiéndelo con una esperanza ajustada. / Mientras hablamos, habrá huido celoso / el tiempo: conquista el día, confía lo mínimo en el mañana. (Horacio)

Mañana del 1 de febrero, mil novecientos cuarenta y seis. Me contaron que el invierno avisaba con vientos fríos. Y, ya se sabe, cuando el invierno viene como es, lleva las manos llenas de cuchillos, de cristales rotos, de carámbanos como leznas, de esquinas que matan y de hombres que confunden, animan a la pendencia y no saben sino quebrar, desunir, desbaratar. Pero esto no sucedió en mí y en la iglesia de Grávalos –agua entonces en escasez- con agua me bautizaron sólo a tres días de nacer: ¡El limbo, por aquel tiempo, era mucho de temer! Presentes:  mis padres, atentos e ilusionados, el párroco don Saturnino, algún padrino y tal vez dos monaguillos.

 Me contaron que fue hermosa la luz ceñida de febrero, sí, era el día de la Candelaria; que todo lo encendía, que metía sus brillantes y dorados hilos por todas partes, como una necesidad contra las sombras. Pero no era completa esa luz, por más hermosa que fuera. Algo le faltaba. Y llegó lo que le faltaba: llegó la ilusión y lo incierto del mañana. Eso fue después. Y alguien, que me amaba, debió de hacer sonar el sonajero y dejó escrito lo que yo guardo: “Yo te doy mi parabién, / porque, aunque tú no lo viste, / y a veces ni lo creíste, / la vida fue tu máximo don y la única ocasión. Amén.”

 “Ojalá que haya salud “pa” no perdernos más febreros”

 

 CUMPLEAÑOS

Todo me sobra.

Nada me falta.

Lo que he vivido

conmigo avanza.

 

Cumplo años, muchos años,
en confinidad con Cartagena,
pero todo en Cartagena tiene tantos años,
que me siento
con juventud y más aliento.

 

Gracias, Señor, por la gracia
       del cumpleaños.
aquellos que me quedan 
pongo en tus manos.

 

¡Qué mejor cosa
que mis años!
Es lo mejor que tengo,
lo único con mi mujer.

mis hijos, mis nietos
y mis años.

 

Cumpleaños, cumpleaños,
muchos años
que añadir

Y muchos más por vivir.

 

Todo me sobra.

Nada me falta.

Lo que he vivido

conmigo avanza.

 

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©.


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