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sábado, 22 de febrero de 2025 in

¡Almendro gravaleño!

 


 


 Entre enero y febrero, coincidiendo con la floración de los almendros, el paisaje de las tierras de Grávalos adquieren una belleza espectacular. Los almendros en flor, con sus variadas tonalidades, tienen un atractivo especial para fotógrafos, pintores y para todos los amantes de la naturaleza.

Es un árbol valiente, el almendro, se arriesga a las heladas antes que a la sequía del estío.

Y me pregunto, ¿de dónde esa fascinación tan fuerte que, año tras año, me empuja a la soledad de los campos, hasta arrojarme -literalmente- en los brazos de los almendros en flor? ¿Qué es lo que me comunica ese árbol en su efímera floración, que tanto poder tiene sobre mi espíritu inquieto, sobre mi palabra sedienta de belleza? Lo que me seduce, amén del contraste entre su tronco gris y rugoso con la cristalina transparencia de sus profusas rosas es, sin duda alguna, el mensaje de desprotección con que hermosura tanta se ofrece a mi mirada atónita. Me recuerda y me hace meditar sobre el misterio del ser. Me siento perdidamente hermano de su generoso florecer, ofrecido sin resistencia a los rigores e inclemencias del tiempo, pero sabiendo que, aceptar florecer para morir, es la sabiduría máxima que cabe en corazón de criatura. Así me ayudaba a comprenderlo la palabra del filósofo, empapada ella misma de poesía:

 

¡Almendro gravaleño!

 

Vendrá, ya verás, la primavera

con alas de aleluyas de libélulas.

con espigas sedientas de trigales

y esperas delicadísimas

de increíbles almendrales.

¡Almendro gravaleño!

Mi corazón alegras
con tu flor, tan minúscula,

y tu silencio.
¡Cómo llenas las horas del ocaso
de mi pasar saciado!

Almendro de la gracia sorprendida,
regalo de los inviernos;
almendro que haces vinculo esta mañana
entre mi alma y lo eterno.

¡Almendro gravaleño!

 

PRJP. N.º 26. En Garnacha y cuando florecen los almendros.

 

Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©.


sábado, 15 de febrero de 2025 in

Al Ciruelo

 



Viejo ciruelo:

flor a flor vas haciendo
todo más cálido,

más perfumado.

Tus años
dejan
y quitan
como las olas

que excitan las palmeras.

 En mi pueblo y en el huerto que fue de “Fonpodrida” había un ciruelo, quizá todavía tenga vida, de reina claudia verde que, en mi juventud, contemplaba cómo a finales de febrero se llenaba de flores blancas moteadas con toques rojizos. Alguien, como si fuera su Arcadia, lo hincó en la orilla de un reguero para verlo florecer cada febrero. Aparentemente, contemplándolo, era para mí la imagen de los primeros signos de la disolución del invierno. Pero también representaba un balance de ideas y, por lo tanto, el punto de partida de una serie de pensamientos.  Hoy en su homenaje, en honor de mi abuelo materno, y cuando por estas tierras murcianas ya comienza a sentirse el perfume del azahar, he escrito estos versos:

 Al Ciruelo

 Ciruelo de los sueños,

hoy florecido
en mis recuerdos.

 

Gracias por tus ramos
de dulzura,
que mi sed aliviaste
con fervor y ternura.


Gracias al amor

por tu silencio
de los días

al danzar entre aguas
al ardor de los soles
y frescuras.

 

Fuiste silencio

de alma repleto,

último trecho

hacia el encuentro.

 

PRJP. N.º. 19 en Garnacha pensando en la primavera y con olores de azahar.

Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©.


sábado, 8 de febrero de 2025 in

Las cigüeñas y San Blas

 



Debe uno confesar, soy de pueblo, que no me causado ninguna perplejidad constatar que las cigüeñas, a pesar de estar el día lluvioso y hasta nivoso, ya han tomado posesión de los campanarios de Castilla y de las torres de las iglesias de los pueblos no vaciados y, también, de los deshabitados. No han esperado a que pasaran unos días de San Blas como estaba establecido desde antiguo.

Febrero arrancó con la Candelaria, que es la fiesta de la luz en el corazón del invierno, y San Blas, el santo popular y milagrero, al que acompañan las airosas cigüeñas, que crotoran y danzan en su honor y a la pata coja en las torres de las espadañas y por las llanuras de esa Castilla que Miguel Delibes describió como seca, aburrida y monótona. Allí en Las Merindades de Castilla y en el instituto Castella Vétula desempeñé durante unos años mi docencia y mi función directiva. Y fue hablando con los lugareños cuando comencé a apreciarla como un lugar de pasado glorioso, desbordante de historia, convertido hoy en tierra de pueblos y ciudades tranquilas; un lugar donde vivir dos veces, donde saborear cada plan y disfrutar del placer de un buen paseo.

San Blas, obispo y mártir armenio, es especialista en los males de garganta, tan frecuentes en estos días de frío, en los que hacen su agosto los laboratorios y las farmacias con remedios para los resfriados. Cuenta la leyenda que iba San Blas, cuando la persecución de Diocleciano, camino del patíbulo, acompañado de una multitud. Entre el gentío se abrió paso una mujer que se le acercó con un hijo moribundo en brazos pidiéndole ayuda a gritos. Al niño se le había clavado una espina en la garganta. El santo le impuso las manos y el muchacho quedó curado. De ahí le viene a San Blas la fama de especialista en garganta, fama que se mantiene entre el pueblo a través de los siglos.

Los descreídos tachan de supersticiones las devociones populares. El pueblo lleva razón siempre, hasta cuando se equivoca. Confieso que San Blas no era santo de mi devoción, pero al enterarme que mi padre quiso ponerme por nombre Blas, al nacer dos días antes del santo, es por eso por lo que cambié de opinión y le tengo devoción. Vale.

 Las cigüeñas y San Blas

Se aposentó la cigüeña,

como un garabato blanco,

en la torre de mi iglesia

y comenzó a volar

en voladas elegantes

sobre los pueblos vaciados,

caseríos despoblados

y alquerías sin ganados.

 

PRJP. N.º. 20. En un día lluvioso y medio nivoso.

Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©.


sábado, 1 de febrero de 2025 in

Carpe diem

 





Carpe diem

No pretendas indagar (es sacrilegio), cuál final a ti y a mí, / nos dan los dioses, ni consultes los horóscopos de Babilonia. / ¡Mejor soporta cualquier porvenir! / Ya sea que Júpiter brinde muchos inviernos o éste sea el último, / que ahora desgasta los acantilados contra las olas del mar / Tirreno. Ten sabiduría, aligera el vino y al breve espacio / extiéndelo con una esperanza ajustada. / Mientras hablamos, habrá huido celoso / el tiempo: conquista el día, confía lo mínimo en el mañana. (Horacio)

Mañana del 1 de febrero, mil novecientos cuarenta y seis. Me contaron que el invierno avisaba con vientos fríos. Y, ya se sabe, cuando el invierno viene como es, lleva las manos llenas de cuchillos, de cristales rotos, de carámbanos como leznas, de esquinas que matan y de hombres que confunden, animan a la pendencia y no saben sino quebrar, desunir, desbaratar. Pero esto no sucedió en mí y en la iglesia de Grávalos –agua entonces en escasez- con agua me bautizaron sólo a tres días de nacer: ¡El limbo, por aquel tiempo, era mucho de temer! Presentes:  mis padres, atentos e ilusionados, el párroco don Saturnino, algún padrino y tal vez dos monaguillos.

 Me contaron que fue hermosa la luz ceñida de febrero, sí, era el día de la Candelaria; que todo lo encendía, que metía sus brillantes y dorados hilos por todas partes, como una necesidad contra las sombras. Pero no era completa esa luz, por más hermosa que fuera. Algo le faltaba. Y llegó lo que le faltaba: llegó la ilusión y lo incierto del mañana. Eso fue después. Y alguien, que me amaba, debió de hacer sonar el sonajero y dejó escrito lo que yo guardo: “Yo te doy mi parabién, / porque, aunque tú no lo viste, / y a veces ni lo creíste, / la vida fue tu máximo don y la única ocasión. Amén.”

 “Ojalá que haya salud “pa” no perdernos más febreros”

 

 CUMPLEAÑOS

Todo me sobra.

Nada me falta.

Lo que he vivido

conmigo avanza.

 

Cumplo años, muchos años,
en confinidad con Cartagena,
pero todo en Cartagena tiene tantos años,
que me siento
con juventud y más aliento.

 

Gracias, Señor, por la gracia
       del cumpleaños.
aquellos que me quedan 
pongo en tus manos.

 

¡Qué mejor cosa
que mis años!
Es lo mejor que tengo,
lo único con mi mujer.

mis hijos, mis nietos
y mis años.

 

Cumpleaños, cumpleaños,
muchos años
que añadir

Y muchos más por vivir.

 

Todo me sobra.

Nada me falta.

Lo que he vivido

conmigo avanza.

 

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©.


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