viernes, 4 de octubre de 2024 in

Esos veranos

 

Esos veranos

 


De aquellos días de vacaciones ,y siendo un niño, siempre recordaré aquellos sucedidos: los polluelos de cogujada, caídos o arrancados del nido, que quedaron allí inertes bajo el ciruelo del huerto; los juegos con los amigos de la escuela y el sabor de aquellas rebanadas de pan tostado con nata y azúcar que se asentaron para siempre en mi paladar; estaban los juegos en el puerto, en la dula o por las eras con otros niños, quizá unos años mayores que yo, que gritaban y nos perseguíamos como vencejos; estaba el alegre volteo general de campanas tocando a misa o al rosario y, también, a aquel incendio de algún desaprensivo desconocido que hizo arder unos fascales de centeno con no sé qué objetivos. Estos divertimentos se unían al hecho de estrenar zapatos, aprender a montar en bicicleta, leer tebeos y coleccionar los cromos de futbolistas que aparecían en las tabletas de chocolate “Orbea” o “Francés” y que me parecían más importantes que los arcángeles.

Todo lo daba todo por bueno con tal de pensar, aunque fuese poco. Fueron veranos gozados como niños de pueblo en la calle y tumbados boca arriba a la sombra de unos chopos y al frescor de las pozas a la orilla del barranco, mientas de lejos llegaba la voz de una vocalista que cantaba en lo que siempre fue y será el baile.

 Esos veranos

 

¡Qué veranos!

 Eran tiempos sin escuela,

de mis juegos en pandilla:

de la comba, de la piedra,

de coger ladrones

con sudor a borbotones

como juegos de guerrilla

del hinque, del gua

y la peonza.

¡Qué veranos!

Como un año al sol entero,

con siestas hasta en el suelo

con cansancio y sobre manta

y temor a la tormenta.

Era el tiempo de la madre

y sus caricias,

de su voz dulce,

de sus ojos alegres,

de su tierna sonrisa

perfumando los días

con hierbaluisa.

¡Qué veranos!

 

PRJP. N.º 33. En verano de 2024 y en un atardecer de cualquier día.

 

Texto y fotografías La Medusa. Copyright ©.


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