Sutileza de colores
Punta Baja: Cabo de Gata
Sutileza de colores
“Soñé que el sol era
frio
soñé que la nieve
ardía
y entre sueños
imposibles soñé
soñé que tú me
querías.
Soñé que el mar se
secaba
que se secaban los
ríos
y entre sueños
imposibles soñé
que tu cariño era
mío”. (Letra de Jota navarra)
Aquella mañana me desperté ante una línea de salientes
y entrantes, de montículos, espigones, ensenadas, recónditas calas y
acantilados que separaban las aguas esmeralda del mar Mediterráneo, de un
atípico desierto, donde no hay arena propiamente dicha, sino, piedras,
profundos barrancos, ramblas, por donde no corre el agua. Paisaje desolador, a
la vez que sereno, penetrante y sosegado de belleza insuperable, donde los
espartales en primavera se acunarán con el levante, simulando un oleaje en
medio de la nada.
Hoy deseo adentrarme en esa esperada coloración del
otoño donde las brumas confieren un halo de magia al espectáculo. Quisiera
profundizar en esa inmensa foresta de arrebatadora belleza en busca de los
ocres de sus castaños y del eco de sus leyendas. Ansío esas primeras nieblas
mañaneras que marcan el final del estío y el inicio del otoño y me aportan ese
olor a humedad que caracteriza a cualquier bosque atlántico o mediterráneo.
Sueño con esos pegajosos chaparrones convertidos sin querer en las pertinaces
lloviznas que anuncian nuestros antojos. Ambiciono que las brisas acaricien las
laderas boscosas de nuestras tierras con un suave balanceo de crestas arbóreas
que, ahora, se descuelgan silbando entre las quebradas y los cantiles. Anhelo
disfrutar de toda la gama de verdes que pueda lucir la foresta en el próximo
entretiempo cuando emerja de sus moteados dorados y ocres. Y todo este
espectáculo cuando la invernada principie a levantar su telón.
Musgo y castañas: Aldeas de Ezcaray (La
Rioja)
Observo que, fantaseando lo mismo de siempre, los
resultados no son distintos. ¿Qué ha pasado para que esta mañana mi caminar
haya sido entre rocas de basalto constitutivas de grandes paredes que se asoman
en vertical al mar? ¿Por qué las arenas fosilizadas han realzado su belleza con
la luz cálida del amanecer? ¿Cuáles son las causas de que las dunas marinas
estén cambiando de posición con la orientación del viento? Lo acepto: mis
garbeos tendrán como alfombra esas blancas cenizas fosilizadas que a modo de
jáima, miran al mar y se pavonean de los ríos de lava que nunca pudieron
imbuirlas en su ardiente viaje.
Toda la tarde habitamos
la nuble retemblada de relámpagos.
Toda la tarde temblamos
en la copa dudosa de la dicha.
Toda la tarde dudamos
sobre el filo mortal de la locura.
(PRJP)
Así son ahora los boscajes de mis paseos. Así se los
encuentra el viajero cuando, recorriendo sus senderos, no hace otra cosa que empaparse
de desiertos, de soles y de mares para que, despojado, las vírgenes calas, los
cálidos vientos y las aguas saladas acaricien su piel. Soy conformista ante
tanta especie endémica que crecen en esta península botánica que hace
enamorarme de estos pueblos labriegos, pescadores y artesanos, pero leídos,
desde cuyos ventanales contemplo cada mañana, al amanecer, la salida del astro
solar sobre los campos, nuestros campos, aunque nos hagan temblar en la copa
dudosa de la dicha. Vale.
“Caen las hojas
secas e inermes.
Cae la tarde,
blanda y silente.
No pasa nada.
Si pasan cosas.
Hasta no llueve”. (PRJP)
Montículos de
Rodalquilar: Almería
Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©
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