El corazón del agricultor
El corazón del agricultor
El corazón de mi agricultor
discurre esta tarde sobre estos campos. Lo llevan los ojos, los oídos, el
olfato. Se hace sentido. Lo sabe, lo acecha todo, lo espera todo, se tiende
sobre la tierra, se abriga entre sus surcos, pasea entre los viñedos y
almendrales. La belleza es un vuelo. ¿Quién lo dijo? No se está quieto en las
cosas y no se mueve de ellas. Dentro y fuera. ¿Cómo decirlo? Parece que somos
pozos oscuros, hondos, donde nada llega. Y asomándonos, está todo. La loma, el
peñascal, la vera de la zanja, la desazón, la felicidad acechadora, la alegría
que apunta, la sombra cernida. ¡Ay corazón, lento y seguro!
Octubre es bellísimo. Va cerrando
día a día, surco a surco, secretos al campo. El campo es una inmensa caja de
secretos. Hay que saber verlos. Espiarlos hasta que nos los entregue. Así,
yendo de pronto, el simple color de una piedra junto a la que pasamos mil veces
sin repararla, la forma de un árbol, la luz de un camino.
Todo va quedando. Lo mismo que la
hoja caduca sobre el sembrado añadirá lozanía al tallo, lustre a la hoja,
cargazón a la espiga. El sol de esta tarde está creando dentro y fuera, en alma
y tierra, calor, sin que nunca acabe enteramente de morir. ¡Qué muere? Todo
esto sigue. Y el sonar del rio, del campo, entre estas riberas de cielo hermosísimas.
Deja un largo eco, una llamada eterna a la belleza. Vale.
Texto y fotos La Medusa Paca. Copyright ©
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