DIAS DE VENDIMIA
DIAS DE VENDIMIA
“Abre sus ventanas el aire. Ves descender los pájaros
iluminados por el sol. Un silencio de pórticos,
de sombras derramadas y de cristales líquidos
edifican el claustro
de su voz, turban con los más hondos
y fugaces inciensos la gloria
de un cortejo de cálices florecidos de júbilo.” (Diego Jesús Jimenez)
No puede haber
engaños. Vengo de un mismo paisaje, cuaderno de campo rayado de almendros,
viñedos, cereal y montes bajos para que Dios escriba, caprichoso, las cosechas.
No puede haber engaños. Vengo de una tierra de hombres pegados a la tierra,
gente del surco y la pena, gente del hambre que se vestía con ropajes crueles de
intemperie. Vengo de hablar un mismo idioma: el del trabajo lento y leve, que
fluye, que me drena con dolor y con fiebre, repetida, hasta dar con la muerte
más serena. Al final, todo es lo mismo: un paisaje rural, una torre más alta
que las casas y un día que se engancha al siguiente, se suelta en días de
fiesta y vuelve a engancharse, como una terrible noria sin salida. Y en medio, la
almendrera. La almendrera es un reino, un reino con su señorío y su vasallaje.
Pero un reino que no podemos ni debemos perder. Si un árbol ha de conservarse,
ese árbol es el almendro. Me duelen los despoblados y me duelen los almendrales
arrancados y los pagos descepados.
DIAS DE VENDIMIA
las noches de septiembre
sin la dorada viura?
Dejad al campo mío,
dejad la viña
entre penas y penas
seguir tirando.
Otra vez esos racimos
colgando como rosarios
con cien misterios agrarios
en los que siempre creímos.
Y otra vez, quienes te dimos,
cepas, tierra feraz,
soñamos con que tendrás
siempre un zarcillo claro
por si la necesitara
la paloma de la paz.
Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©.
Leave a Reply