Ya es diciembre
Ya es diciembre
Marcha noviembre, mes pasado por agua como nunca, me dicen. Ayer tarde no
cesó de llover en Villamediana de Iregua y esta mañana ha salido nebulosa y húmeda
hasta las entrañas. Me tomo un café descafeinado observando, tras los cristales
de la ventana delantera de la casa, cómo se desprenden las hojas
amarillas de ese mi peral que bordea las escaleras de la entrada a casa. En la calle hace
fresco, más bien frío, y me acompaña una ventolina, no ventolera, alegre,
complaciente y un vientecillo cortante de los que invitan a pasear abrigado.
Los cristales del ventanal al final de las escaleras reflejan
las luces de la noche celeste y de algunas de la terrestre, que aún me dejan
ver el color del peral y de las hojas, entre verdes y amarillas, de los
castaños de Indias de la huerta de enfrente a los que el agua cercana mantiene
todavía en su declive otoñal. Se ven pocas ventanas iluminadas en las
casitas ajardinadas que me rodean.
Vuelvo de estampar los alrededores y paso delante de
una higuera, nervosa, ya desnuda y todavía en penumbra por esas farolas
minimalistas, ayer colocadas, hoy apagadas, y que un día alumbrarán llenando
los espacios hoy cubiertos por esas anchas hojas amarillas, de color limón
intenso, y muchas brillando sobre esas baldosas recién colocadas y, ya refulgentes,
tras las últimas lluvias y ventadas.
El suelo está todo blando de hojas, formando un
suelo-espejo otoñal. Y el vientecillo de esta mañana-noche prosigue su tarea de
desnudar el bello y monocolor bosquecillo. Me quedo mirando un rato, porque es
como si celebrara en silencio la despedida del otoño en una esquina abrigada de
esa calle Portillo, mirador de salida hacia el castillo de Clavijo, con una
lenta música de adiós. Cada ventada suave arranca centenares de hojas que, con
mayor o menor donaire, dan unas vueltas en lo alto y se dejan caer levemente
sobre la seroja. Y luego otra y otra. Y las hojas se van yendo, van volando por
aquí y por allí, y me parece que me despidieran silenciosas, afectuosas,
nostálgicas casi, hasta el año que viene. Porque los árboles seguirán. El peral
y los castaños de Indias se pondrán verdes de nuevo y se morarán las moras de
las zarzamoras cercanas, y vendrá otro otoño y otras ventolinas o ventoleras. Y
se irán, volarán, nos despedirán otras hojas, parecidas a éstas. Otras, otras…Vale.
Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright
©
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