Verano y…se acabó
Verano y…se acabó
“La tarde equivocada
se vistió de frío.
se vistió de frío.
Detrás de los
cristales
turbios, todos los niños
ven convertirse en pájaros
un árbol amarillo.
turbios, todos los niños
ven convertirse en pájaros
un árbol amarillo.
La tarde está tendida
a lo largo del río.
Y un rubor de manzana
tiembla en los tejadillos”. (García Lorca)
a lo largo del río.
Y un rubor de manzana
tiembla en los tejadillos”. (García Lorca)
Hay tardes de septiembre que hacen merezca la pena
pensar en vivir un otoño, otro otoño más, y van…para dar, nada mejor, una
caminata moderada con el refrescante rumor del agua como banda sonora y, aún
con posibilidad de baño, recorriendo riberas a la sombra de sus choperas y
olmedas, mimbrales y carrizales que este año serpentean bastante esmirriadas
por la ausencia de lluvias.
En este septiembre solo hay charcos, como lágrimas
escurridas, criaderos de renacuajos y viveros de anélidas sanguijuelas camanduleras
que, en cuanto perciben la presencia humana, se escabullen bajo el agua para
evitar cualquier amenaza. Si se tiene paciencia y se permanece inmóvil,
finalmente se las verá aparecer en superficie con la intención de succionar
como perfectas taimadas.
En esta mi moderada caminata me dieron ganas de
asomarme al escuálido cauce, y lo hice, para contemplar pequeñas represas,
rocas a la vista del escaso caudal y alguna huidiza trucha, camuflada entre los
cantos del fondo y solo visible cuando, asustada ante mi presencia, nadaba en
desbandada de huida, pegados al talud del cauce, enredando entre las raíces choperas,
álamos blancos, fresnos e innumerables mimbrales, zarzas, malezas y algún
aislado carrizal al no existir las cañas, disminuidas gracias a la sombra proyectada
por el arbolado.
Quedé en contemplación ante las choperas cultivadas a
derecha e izquierda del cauce, con sus rectilíneos y espigados troncos
dibujando bellos cuadros. Aguanté bajo su reparadora sombra escuchando el
refrescante rumor del agua como compañía. Me detuve y cerré los ojos para
escuchar el sonido del viento contra las hojas, simulando esa abundante lluvia
otoñal esperada. Y fantaseé esperando al otoño para escribir palabras que
sueñen un texto que sea como el vaho que vuela desde la hierba cuando salga el
sol por la mañana. Estoy ansioso de ganas de que llegue el otoño. Y encerrarme
en casa. Y abrir la ventana y mirar cómo el peral, las ultimas hojas que tira,
son las más altas. Y asomarme tras la valla, cuando todavía el sol no ha venido
a apagar la noche y brilla una uña de la luna por el Este. Y apreciar esas
flores nuevas en las macetas, fruto de esta primavera cansada que es
septiembre, flores de un sol más bajo, envueltas en la nube de lo que se acaba.
Y subir desde la calle pisando las primeras o últimas hojas que han caído con
el viento y con una lluvia tibia como un tazón de leche. Hay tardes de
septiembre que hacen merezca la pena pensar en vivir un otoño, otro otoño más,
y van... Vale.
Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©
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