sábado, 6 de abril de 2024 in

Lluviosa y hasta nivosa primavera

 

Lluviosa y hasta nivosa primavera

 

Ya cantan los gallos

después del anochecer,

siendo señal de nevar

y llover.

“Comer bien es soñar de la mano del cocinero, que sueña a su vez, con hacer de tu comida un sueño”. Esto es lo que escuché hace unos días en la profundidad de un restaurante con olores y sabores a cultura morisca, donde la cocina es capaz de emocionar y, por lo tanto, inevitablemente, de evocar. Fue donde se asientan los fogones del “Sordo”, a la sombra de las ruinas del castillo donde Ben-Hud fue proclamado rey de Murcia, sobre un balcón que asoma desde la altura hacia un río Segura todavía limpio, vivo y exuberante, junto a huertos cuajados de frutales, palmeras y cítricos y donde se aboga por la cocina antigua, sencilla también en sus nombres y sabrosa. “La de mi madre y la tuya”.  “Por qué cojones, me dijo, ponemos títulos de cuatro renglones a los platos.” Esto sucedió delante de unos sorditos, un coctel de setas silvestres salteadas, un costillar de cabritillo al horno, membrillo al rhon de postre y todo regado con un Rioja 22 pies 2018.

 Fue hace unos días, recorriendo el Valle de Ricote, cuando recordé a Miguel Hernández en el comienzo de su poema “El silbo de afirmación de la aldea” esos descriptivos nueve primeros versos de su primera estrofa y como anduve entre norias, carrizales, peñascales y palmeras hoy deseo, en este sábado pascual, saludarles con estos versos:

 “Alto soy de mirar a las palmeras,

rudo de convivir con las montañas...

Yo me vi bajo y blando en las aceras

de una ciudad espléndida de arañas.

Difíciles barrancos de escaleras,

calladas cataratas de ascensores,

¡qué impresión de vacío!,

ocupaban el puesto de mis flores,

los aires de mis aires y mi río.”

 

Y en este valle, entre Ojós, Blanca y Ricote volví a escuchar como cantaban los gallos y fui consciente de que las grullas, que son aves sagradas, habían vuelto y también las cigüeñas, y que todas se equivocaron como palomas al adelantar la primavera. El invierno ha regresado cuando se estaba pensando en sembrar nubes. Va y hoy me recuerdan que por La Rioja y sus Cameros todavía nieva por estas fechas de abril y, ante este “siempre fue así”, voy y me recito estos versos de Basilio Sánchez:

 

“Nada ni nadie

viene

tan numeroso,

tan de repente,

tan generoso,

tan vehemente.

Nada ni nadie

como la nieve.

 

El silencio

de la nieve.

El campo lo respeta.

La ciudad

no lo escucha.

Ni lo entiende”.

 

Texto y fotografías La Medusa. Copyright ©.

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