DE VIAJE
“Asciende. Rueda. Vuela,
creador de alba y mayo.
Galopa. Ven. Y colma
el fondo de mis brazos.”
(Miguel Hernández)
DE VIAJE
Siempre recordaré que
estuve
plenamente de acuerdo con la vida.
Fue en el tren-ave que una tarde de mayo me llevó
de Madrid a Orihuela,
estación Miguel
Hernández,
Aquella tarde el sol todo incendiaba,
y frente a mi ventana iba pasando
todo el campo verdeado:
trigales ya encañados,
viñedos lacrimosos de
savia,
olivares en flor
a los que el rocío dio su verdor de noche;
dehesas con encinas entregadas
al reposo del pastor embelesado
y caloyos impávidos pastando
bajo nubes amenazantes de lluvia;
algún pueblo pequeño,
con sus cigüeñas en las espadañas
y quijotescos molinos
en eterno descanso de
molienda.
Y arriba un cielo traicionero, abismal,
lleno de parduscos nubarrones
encendidos por hermosos chispazos.
Marchaba el tren presuroso;
yo iba en él con mi
Soledad,
pero estaba contento y nada me faltaba,
porque es fácil sentirse dichoso y colmado
en una tarde como la que narro,
aunque sepa bien que en otras ocasiones
pudo la vida ser despiadada y terrible,
aunque el amor concluya y aunque exista la muerte.
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