Me naces cada día con el alma
Me naces
cada día con el alma
Por fin ya
están aquí los dos tercetos que faltaban. Me han costado. Dicen que la playa
cansa, y es verdad. Y hasta adormece y conduce a la vagancia. He tardado casi
un mes en construir ese soneto que comenzó siendo un embrión sin título. Hoy ya
lo tiene y aquí está éste: “Me naces cada día con el
alma”.
Me gusta
relatar el tránsito que ha tenido y el recorrido que ha sufrido hasta llegar a
sazón. Surgió un doce de mayo cuando el poeta se quejaba de que los traslados,
afanes y ajetreos, no eran buenos para mantener esa tensión gozosa que le hace
estar en comunión con lo hermoso. Ya le pasó y vivió otras veces. Sobre todo,
porque la preocupación por lo concreto, las relaciones, la expectativa ante lo
desconocido siempre rompían su equilibro interior.
Y fue así
cuando surgió este primer cuarteto:
Me naces, cada día, con el alba
cuando asoma sus rizos en mi huerta
y espero que te asomes a la puerta
para darte mi beso de mañana.
Y tuvo que ser, quince días después, cuando, en
Granada, cruzando el puente del Paseo de los Tristes, girar a la izquierda y
llegar, por el Camino del Avellano, a su Fuente que me ofrecía unas vistas
maravillosas del Sacromonte y del Albaicín. Y fue allí donde, recordando a ese grupo literario bautizado
como el de la "Cofradía del Avellano", tracé el segundo cuarteto de
ese embrión de soneto.
Cuando el sol, de su cuna se levanta
y el jilguero, a su beso, se despierta,
en tu rostro, a raudales, se proyecta
un rosario de luces, rosa y grana.
Y el remate, casi treinta días después, llega junto
al mar cuando la primavera se diluye, el cielo se torna luminoso y salino, azul
por los cuatro costados y vivo como el color de la retama. Y ha tenido que ser
aquí en mi Rincón de Garnacha de este mi querido Mar Menor en una tarde
soporífera, preludio de verano, cuando un telón de plata funde en la calima esa
mar llana, convirtiéndola en horizonte plano y cielo cegador para sumirla más
tarde en un letargo placentero ante la atenta mirada de un niño que se baña.
Encendida, lozana, fresca y pura,
con la luz te proyectas en el cielo
regalando a la tierra tu hermosura.
Y, llenando con rosas de tus senos
la aridez y tristeza que me abruma
con tu risa feliz, haces mi cielo.
Y ya, rematado y entero, aquí lo presento:
Me naces cada día con el alma
Me naces, cada día, con el alba
cuando asoma sus rizos en mi huerta
y espero que te asomes a la puerta
para darte mi beso de mañana.
Cuando el sol, de su cuna se levanta
y el jilguero, a su beso, se despierta,
en tu rostro, a raudales, se proyecta
un rosario de luces, rosa y grana.
Encendida, lozana, fresca y pura,
con la luz te proyectas en el cielo
regalando a la tierra tu hermosura.
Y, llenando con rosas de tus senos
la aridez y tristeza que me abruma
con tu risa feliz, haces mi cielo.
PRJP. Nº 7 En Santiago de La Ribera cuando la
primavera del 2014 se diluye.
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