¡Por favor, que el albornoz sea de algodón blanco!
¡Por favor, que el albornoz sea de algodón blanco!
Será cuando
caigan los primeros copos de nieve. Puede ser un hermoso espectáculo contemplar,
desde las habitaciones de la última planta, los montes situados al otro lado de
“Fonpodrida” y en la lejanía del barranco. ¡Por favor que lleguen las nieves y
que ésto sea pronto y a su tiempo! ¡Por favor que lleguen las nieves!
Me aposentaré, para sediento de descanso, pasar unos días rodeado de agua con olor sulfuroso o, simple y directamente, a agua. Quiero soñar con sesiones de aromaterapia y piscinas con mil chorros y burbujas y si es posible que pueda masajearme con piedras calientes pudiendo gritar y que me oigan: ¡Es lo último! ¡Mi pueblo es poseedor de lo último en balnearios!
Me aposentaré, para sediento de descanso, pasar unos días rodeado de agua con olor sulfuroso o, simple y directamente, a agua. Quiero soñar con sesiones de aromaterapia y piscinas con mil chorros y burbujas y si es posible que pueda masajearme con piedras calientes pudiendo gritar y que me oigan: ¡Es lo último! ¡Mi pueblo es poseedor de lo último en balnearios!
Será cuando
caigan los primeros copos cuando elija el hotel Balneario de Grávalos para
poder pasear arropado con chaquetones, bufandas y paraguas. Deseo hacerlo y
pasar frío encajonado entre Pedrugales, montes boscosos prietos de encinares y
perderme, aunque me conozcan, entre callejuelas con calles empedradas y bien
cuidadas, pudiendo chapotear en sus charcos escasos. Pararme a contemplar sus
casas de fachadas blancas y tejados con cumbreras de rojizas tejas árabes de
pueblo arreglado con alguna escasa fachada blasonada. Contemplar el cielo
oscuro de color grisáceo y amenazador, como en tiempos pasados.
Será cuando
caigan los primeros copos cuando decida pasearme por sus afueras y contemplar
como las acacias centenarias aguantan y se cimbrean ante ese airón de cierzo
cortante que ruge con sonido de miedo preparando sus ventiscas. Es entonces
cuando me apetecerá cobijarme en el porche de siempre con sus arcos y quedarme
callado ante su fachada blanca, jambas y dinteles remozados y balconadas con carpintería de madera y tejado metálico.
Será cuando
caigan los primeros copos cuando decida posar mi vaso junto al manantial,
fuente de utilidad pública y beber en cortos tragos para, por si acaso, curar
dolencias biliares, gastrointestinales, hepáticas y gástricas. Poder hacer la
cura en ayunas, por la mañana y, entre cada vaso, esperar el tiempo de 15
minutos y al acabar la toma poder pasear un paseo de media hora.
Fotografía Diario La Rioja Sanda Sáinz
Será cuando
caigan los primeros copos cuando pueda darme una vuelta por su sencillo y de
buen gusto interior y poder trasladarme hacia las zonas de relajación, piscina,
cabinas de hidromasaje y gimnasio que, pese a mi edad, tengo intención de
aprovechar.
Será cuando
caigan los primeros copos cuando, en chanclas, albornoz ¡por favor, que sea de
algodón!, bañador, gorro de baño y toalla me prepare para la inmersión en sus
aguas templadas, pasar bajo las cortinas de agua (intuyo puede ser como lo de
Tintín en El templo del sol), bucear bajo el chorro a presión, ocupar el jacuzzi cuando quede libre, echarme en las camas de agua con burbujas,
relajarme, no pensar en nada, dejar como un cocodrilo, solo ojos y nariz fuera
del agua, y aguantar... presenciando cómo la nieve cubre los olivos situados
tras los cristales y es aventada por esos enormes molinos de viento de la montaña
cercana de Yerga. Y cuando me canse poder retirarme para leer alguno de los
periódicos a disposición de los clientes, o el cartel informativo, propio del
balneario, para poder ampliar los conocimientos que de niño adquirí sobre:
clasificación del agua. Por su temperatura,
mineralización y composición sulfurada y por su dureza.
Fotografía Diario La Rioja Sanda Sáinz
A todo hay
que aprender o reaprender. Cuando caigan los primeros copos, ya queda menos,
espero poder aguantar, abandonar el balneario y volver a la realidad real después
de unos días pasados por agua, baños, paseos y diversiones, seguro que al
repostar en alguna gasolinera cercana comprobaré que mi coche vuelve a ser un
utilitario, y no un descapotable de una película de los años cuarenta. Pues entre las
aclamadas aguas sulfuradas, cálcicas y magnésicas del Balneario de Grávalos no
sólo he sanado la piel y los nervios, sino que he vuelto a conocer y amar como
de niño hice.
PD.
La Medusa Paca les garantiza que, tiempo al tiempo, le gustará ver para
escribir que no puede olvidarse del agua, todavía hay un
río y unas cascadas que murmuran, aunque no gotee el tejado del portal. ¡Por
favor, síganla!
Fotografía Diario La
Rioja Sanda Sáinz
Texto y Fotografías La Medusa Paca y diario La
Rioja. Copyright ©
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