domingo, 1 de enero de 2023 in

Contemplación

 


 Contemplación

 Este mundo termina cada invierno porque da vueltas en medio de lo oscuro.
Hay estaciones: primavera, verano, otoño, ahora. Las cosas tienen un alma para cada una.
Llueve, nieva, hay ventisca o no.
Y no todo se repite.
Suelo escoger estos días para pensar que el mundo se acaba y empieza.
Entonces suelo ponerme alegre y triste.
Al caer la tarde, desde el ventanal de mi zaguán, contemplo unas palmeras con racimos de oro y escucho los sonidos del Mar Menor. Ese mar de invierno que amenaza y cruje como si fuese a desgoznar las rocas y la playa cuando bufa espuma.
Este es el mundo en el que ahora vivo.

No me importa decir que tengo miedo y esperanza. Entonces me agacho supersticiosamente, y pongo delante de mí un pájaro naranja con las patas de alambre, un poco de agua salada de color verdegrís, una pluma de gaviota, una hoja de abedul del otoño pasado, y estos versos que pongo, versos que estoy por acabar:

 ¡Fuera de aquí, intrusa!

¡Especie invasora!

¡Mala hierba!

¡Y encima se cree superior!

¡No durarás mucho aquí!

Estas son las almas modestas de mis cosas ¡Ojalá que el año que se alarga a partir de aquí sea bello y bueno, digo! ¡Por favor, a celebrarlo!

No sé si se me oye. En todo caso, ahora es mi camino: el pájaro, una pluma de gaviota, el mar, los ojos, la palmera con racimos de oro, la ventisca y esa hoja de abedul de otoño. Vale.

 

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

 

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