martes, 3 de junio de 2025 in

Tiempo de verano

 


 



 Tiempo de verano

 Cuando la mar esté bajo tu almohada

¡Alegría de turbas infantiles!
¡Triunfo de los egregios, varoniles
pámpanos que estremece la alborada!” (Rosa Chacel)

Los calores, los exámenes, las vacaciones, los viajes, los agobios, el descanso… Lo de cada año como motivo para entornar las páginas de la Medusa. Esta vez, concreto un poco más: ¡hasta los días de septiembre (s. D. q.)!

 

Apenas salía del pueblo por los trascorrales, pasados unos cercados, una era alta y unas tierras ya segadas, el camino albarizo, duro a veces, polvoriento otras, iba ahondándose hasta enterrar una galera, carro o remolque cargados de haces. Andando al paso, amparado por el calor que se acomodaba sobre mi cabeza, iba mirando cereales ya hacinados, y vallados donde se abrían cuevas de lagartos y se elevaban afilados pitones, gallardos y resecos cardos, adornados de floridos brazos, a los que, aún no sé por qué, los chiquillos nos deteníamos a contemplar cómo se posaban sobre esas deshilachadas flores moradas las hambrientas cardelinas. Cuando iniciaba el camino que se allanaba entre la carretera, a la izquierda, y las eras, a la derecha, ya divisaba lo que iba a ser mi primer mundo asombroso, más allá de la pilastra de la iglesia y los trascorrales cercanos: a lo lejos, imprecisos, un paisaje de huertos cercanos a las balsas, infinidad de almendros y algún manchón de olivos y viñas; más cerca en la distancia, una alargada alameda de chopos bellísimos y alguna nogalera; y en la cercanía, un carrizal, eneales y dos grandes balsas con las ruinas, en la orilla de una de ellas, de lo que fue el aposento de aquella caldera extractora de esencias de lavanda o espliego. Lo demás, minifundios de tierra calma donde se levantaban, entre pedregales, distintas semillas o plantaciones sedientas. Y, aunque no la viera, sí que sentía el agua sulfurosa, brotando silenciosa.

Y recuerdo que lo primero que vi, adentrándome en las llanuras, levantarse allí fue trigo; pero, si fue trigo, lo primero que vi fue la siega, de la que iban asombrándome las gavillas y, tras ellas, el pajizo peine del rastrojal. Al poco, las hacinas, y cuando las gavillas se habían oreado, el acarreo a la era. Y en la era, el más asombroso espectáculo que conocí en el campo: la trilla y todo lo que la trilla traía: mulas enganchadas al trillo y trotando, hombres que volvían la parva con los bielgos, más vueltas de trillo y, cuando todo estuviera trillado, el almuerzo, el sesteo y, en cuanto viniera la marea, la avienta. Era ese capaz de cubrir casi toda la memoria de mi niñez, desde que se desmenuzaban los haces hasta que el grano, en costales, salía para el granero. Y también en la vega, regada por la escasa agua de la fuente podrida o del barranco, los maizales, alfalfas. Y el hortal. Y los escasos frutales. Y el tiempo de abonar, edrar y regar. Y la recogida de las verduras. Y la música del viento en los salteados chopos. Y los pájaros. Y el silencio de la siesta. Y el barranco, siempre. Y las preguntas. Los huertos, las balsas, el barranco, qué mundos…esos mundos de un niño en vacaciones. Vale.

 

Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©.


martes, 27 de mayo de 2025 in

Templos de piedra

 




En su libro sobre Nueva York, Carmen Martín Gaite apuntaba para sí misma: “Tienes que acordarte siempre de que la única manera de empezar a ordenar el caos es: 1) encender la luz sobre él y 2) sentarse”.

Es por eso, por lo de ordenar el caos, por lo que existen artistas en el Mediterráneo carbonero que simulan algunas figuras, como flores o un indalo, el símbolo de Almería, bajado de la cueva los Letreros. Son las maneras de relajarse de las gentes de por aquí. Otras veces esculpen dibujos en la superficie de las rocas, como flores o animales. Y hasta construyen pájaros, ya ha rehechos varias veces, porque se los han quitado y como la gente solía llevárselos, “cada vez lo hago más feo a ver si lo dejan" dejó dicho.

Estos templos, - ¿esculturas? – que hemos contemplado en nuestro viaje mojacareño son la luz sobre el caos. Ahora toca sentarse y empezar a ordenar todo lo demás. Todo este enclave único, templo de esculturas, se encuentra en la playa del Algarrobico en Carboneras, a los pies de la Torre del Rayo; el ‘Torcal’ de Almería, detrás del cual se encuentra la mano de los artistas.

Templos de piedra

 Desde este cielo azul y despoblado

me asombró el perfecto

desorden ordenado
de guijarros que concurren junto al mar,
evocando a los indalos,

bajados de la cueva los Letreros,

tratando de encontrar el equilibrio,

imitando a los tótems,

dioses grandes, protectores,

mensajeros sagrados

de silueta humana con arco
rebullendo desde lo alto.

PRJP. N.º 74 de asueto por las playas de Nijar

 

Texto y fotografías de La Medusa Paca. Copyright ©.


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